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Bibliotecas Independientes en Cuba
Un nuevo tema sobre la realidad cubana, las bibliotecas independientes, se incorpora al debate. Recientemente artículos con diferentes enfoques han sido publicados, Encuentro en la Red y el diario Juventud Rebelde son ejemplos de estos espacios. La vigencia, importancia y actualidad del tema convocan a participar. Como casi todo lo relacionado con Cuba, también este fenómeno nace contaminado con la politización que emana del diferendo cubano con Estados Unidos. Mi intención es introducir un enfoque que —más allá de epítetos y acusaciones— ayude a develar un hecho esencial, su surgimiento a partir de las lógicas contradicciones que genera el desarrollo entre lo consagrado y lo emergente. En Cuba la Campaña de Alfabetización, el Programa de Educación de Adultos, la enseñanza obligatoria hasta el noveno grado, la extensión del sistema de enseñanza a todos los rincones del país y la propaganda dirigida a crear el hábito de leer, provocaron un crecimiento casi explosivo de lectores cuya creciente sed de libros fue saciada, hasta principios de los 90, por otra también creciente producción de millones de ejemplares a bajos precios y una red de casi 400 bibliotecas públicas. El presidente cubano, en conversación sostenida con periodistas acerca de la lectura, durante la VIII Feria Internacional del Libro en 1998, expresó: " porque no es un público analfabeto, es un público que, en las condiciones actuales, nos es difícil satisfacerlo plenamente". Ese reconocimiento, unido a la declaración de que en Cuba no hay libros prohibidos, a la disminución en la variedad de títulos, al deterioro de instalaciones de la red de bibliotecas, al envejecimiento y precariedad de los fondos y a las limitaciones sobre su uso en la principal biblioteca de la nación, son factores que, desde mi punto de vista, crearon las condiciones para que en marzo de ese año un matrimonio de la provincia oriental de Las Tunas, colocara la primera piedra de una institución de la sociedad civil, el Proyecto de Bibliotecas Independientes. El Estado, que durante tres décadas había gozado del control absoluto en ese y otros campos, ya no podía mantenerlo en las nuevas condiciones, reaccionando contra la naciente institución. Sin embargo, más allá de alguna que otra medida de fuerza contra bibliotecarios y bibliotecas independientes, las mismas existen, funcionan y se transforman en una red que se expande, mientras la contradicción comienza a asumir una forma más civilizada, la del debate.
Del libro cerrado al libro abierto Tejado de vidrio Carta abierta a Ann Sparanese Carta abierta Con semejantes amigos... |
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