| Primero la libertad |
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| Como si a un boxeador en KO le sonara la campana... ¿Acercaría el levantamiento del embargo la democracia a Cuba o, por el contrario, la alejaría aún más? |
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| por ORLANDO FONDEVILA, Madrid |
Parte 2 / 3 |
Pero véanse otros argumentos. Se dice que resulta aberrante que los estadounidenses no puedan viajar a la Isla, cuando sí lo pueden hacer a otros países. ¿Y? A los cubanos no nos interesa que los errores de Estados Unidos con otros países se repitan con Cuba. Además, el tema que nos interesa es Cuba, y quienes defendemos las sanciones al régimen lo hacemos pensando en los cubanos, desde el punto de vista de los cubanos y no de los norteamericanos, que tienen también sus propias razones.
Se dice también que la política de sanciones sólo ha servido al régimen como chivo expiatorio para presentarse como víctima acosada por el Imperio, como si a Fidel Castro le hicieran falta chivos expiatorios para la represión y la justificación; éstos siempre le han sobrado: que si las lacras del pasado, que si el ciclón, que si las sequías, que si la traición de la URSS, etcétera. Si el embargo se levantara, el Comandante apelaría al daño ocasionado por tantos años de embargo, a que nos quieren subvertir ideológicamente y otras zarandajas por el estilo. Amén del enorme triunfo político que se anotaría (no hay más que leerse el Granma al respecto). Lo mismo ocurre con la tesis de que el día que se normalicen las relaciones desaparecería el argumento de "agentes del enemigo" que se utiliza para reprimir a los opositores. Parece una manía esta de querer quitarle argumentos al régimen, cuando lo que hay que quitarle es el poder. Pase lo que pase, el Gobierno cubano siempre considerará enemiga a la democracia. Hace poco se supo de la expulsión de Roberto Robaina por deslealtad; en un momento de la intervención de Raúl Castro en el video filtrado a la opinión pública, el segundón le dice al ex canciller: "Con el enemigo se habla, no se le dan consejos". Se estaba refiriendo al entonces ministro de Exteriores de España, país que sostiene una amplia relación y colaboración económica, cultural y política con Cuba. Era un enemigo. Sólo Sadam Husseim, Komeini, Khaddafi, Kim Jong Il y comparsa no son enemigos, y ni siquiera eso está claro.
Insisten mucho los "moderados" que se oponen al embargo en el ataque a quienes lo defienden, calificándolos de "radicales", "ultraderechistas", "vociferantes". Que se sepa, ninguno de estos epítetos le van a Raúl Rivero; sin embargo, el poeta y periodista disidente, respondiendo a una pregunta al respecto del periódico catalán La Vanguardia, expresaba: "Sería muy importante levantar el embargo si, de forma simultánea, el Gobierno levanta el embargo interior, porque lo que no tiene sentido es levantarlo unilateralmente y dejar que entonces el Gobierno se haga más fuerte". Tampoco Félix Bonne Carcasés o Martha Beatriz Roque son "radicales vociferantes" y, no obstante, defienden el embargo. Martha Beatriz emplea como argumento un símil deportivo: "Es como si a un boxeador que está KO le sonara la campana". Tampoco son "ultraderechistas", desconocedores desalmados del sufrimiento del pueblo cubano, el Dr. Oscar Elías Biscet y otros prisioneros políticos de Castro que defienden las sanciones desde las propias ergástulas del régimen. Radicales anticastristas sí, en el sentido que Martí daba al término radical, es decir, "quien va a la raíz". En este punto resulta aleccionadora la reflexión del filósofo español Julián Marías: "Hay que reservar las medias tintas para los grados realmente intermedios, como sucede con la escala de Mohs, y no rehuir los extremos cuando es menester: una estimación tibia ante lo que merece entusiasmo es un error; un débil desagrado o un mohín de displicencia ante lo repugnante es una cobardía".
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