La revolución imposible |
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Dividida por un gobernante que pretende bañarse en el mar de felicidad preconizado por La Habana, Venezuela parece al borde de la guerra civil. |
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por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas |
Parte 4 / 4 |
La polarización de la sociedad venezolana es uno de los problemas que más preocupa a los observadores internacionales. El discurso de Chávez ha alimentado sin medida el resentimiento social y la división entre los venezolanos, alineados en chavistas y "escuálidos", como el mismo Chávez ha bautizado a los opositores. La violencia política se ha desatado de tal manera que el país parece al borde de una guerra fratricida.
El pasado 11 de abril, centenares de miles de venezolanos marcharon para exigir la renuncia de Chávez. La marcha terminó en una masacre, con 19 personas abatidas por francotiradores. En la madrugada del 12 de abril fue anunciada la renuncia del gobernante. Ninguno de los testigos del evento ha mencionado jamás que éste haya querido inmolarse en el palacio presidencial. La condición que puso para renunciar fue que lo dejaran irse a Cuba. Debe haber sido duro para Fidel Castro saber que su ahijado no tenía fibra de mártir. Hugo Chávez no era Salvador Allende, ni el palacio de Miraflores era La Moneda.
Seis meses después de los sucesos de abril, la situación del país ha empeorado. El 9 de septiembre de 2002, a su regreso de la Cumbre de la Tierra, en Sudáfrica, Chávez hizo escala en La Habana, donde se entrevistó durante nueve horas con Castro. Regresó con un amenazador plan: en la empresa que cierre en paro de protesta, los trabajadores asumirán el control. Algunos voceros del oficialismo hablaron de saqueo y destrucción de los comercios que cerraran sus puertas.
La oposición no tiene miedo. Este 21 de octubre un paro cívico nacional impulsado por la Coordinadora Democrática —que agrupa a casi todos los partidos políticos y asociaciones civiles, sindicales y empresariales— logró paralizar al 84 por ciento del país. Durante las 12 horas que duró la huelga se vivió una gran tensión, pues el Gobierno amenazaba con imponer un estado de excepción si el paro se prolongaba más de lo anunciado. Ahora mismo, 14 altos cargos y oficiales en activo de la Fuerza Armada Nacional (FAN) —algunos de ellos procesados por el fallido golpe de Estado del 11 de abril pasado— han convocado a civiles y militares a la desobediencia en una rueda de prensa transmitida por todas las emisoras privadas de televisión.
Chávez está cegado por el poder y no escucha los truenos que presagian tormenta. En tono burlón desestimó el pedido de renuncia o adelanto de elecciones que le hiciera una marcha de más de un millón de personas este 10 de octubre. En una contramarcha organizada por el Gobierno tres días después, el presidente venezolano aseguró que de ahora en adelante "profundizaría la revolución".
A pesar de las bravatas del gobernante, no pocos piensan que la revolución bolivariana entró en la cuenta regresiva. Aunque nadie sabe a ciencia cierta cómo será el desenlace. Si se cierran las salidas democráticas a la crisis, como la realización de una consulta popular, el país seguirá fracturándose. Habrá más muertos a cuenta de la revolución.
La sociedad civil no quiere sacar a Chávez del poder a punta de fusil, sino a punta de votos. En estos momentos está empeñada en la recogida de firmas con el fin de pedir un referéndum consultivo. Los venezolanos, con un sentido del humor semejante al cubano, han ideado una consigna que resume su deseo de elecciones anticipadas: "Hallacas (tamales) en diciembre sin Chávez".
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