Hospital Lebredo: la gratuidad bochornosa |
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por ILEANA GONZáLEZ RODRíGUEZ |
Parte 1 / 2 |
Lo que en la actualidad es el Hospital Materno Julio Trigo ("Lebredo"), era antes de 1986 el Instituto de Desarrollo de la Salud (IDS). Fue desintegrado ese año para que luego de su reconstrucción y acondicionamiento se convirtiera en el Materno Lebredo, bloque secundario del Hospital General Docente Julio Trigo López, sito en el Km. 7 de la Calzada de Bejucal en Arroyo Naranjo, Ciudad de La Habana (fue hospital para enfermos de tuberculosis hasta 1986).
En mayo de 1989, culminado el trabajo, se inauguró el hospital con la asistencia de Fidel Castro y otros miembros del Gobierno. Estaba bien acondicionado: camas en buen estado, mesas auxiliares con lámparas de noche, alarma para urgencias de los pacientes, duchas (de las llamadas "de teléfono", que aquí son todo un acontecimiento), aguas termales, ropa sanitaria, enfermeras en cada uno de los 3 turnos, un refrigerador por pantry, televisor en cada sala, sillones para acompañantes, etcétera.
Pero, ¿qué fue del bello hospital que hace sólo 12 años se inaugurara con bombos y platillos?
El centro hospitalario ha ido degenerando paulatinamente. Primero comenzaron los robos menores, como los de las duchas; luego fueron desapareciendo los acondicionadores de aire, las lámparas, los colchones, los sillones... prácticamente el hospital en peso. Se necesita mucha imaginación para concebir cómo se sacó de allí un aire acondicionado o un colchón sin que nadie se percatara de ello.
Ahora la instalación brinda servicios a pacientes de Arroyo Naranjo y provincia Habana (Batabanó, Güines, San José de las Lajas, etcétera). Sin embargo, está bajo deterioro parcial, lo cual pone en peligro la vida de sus supuestos beneficiarios (as).
La relación de pequeñas catástrofes que hacen del Lebredo un ejemplo de gratuidad bochornosa, podría hacerse interminable:
Existen rajaduras en la casi totalidad de la edificación (interior y exterior). Las ventanas están desprovistas de cristales y carecen del más mínimo resguardo. Proliferan los salideros de vapor por las tuberías que trasladan ese gas hacia el Departamento de Esterilización. Las condiciones higiénicas son deplorables. De los 3 elevadores existentes, sólo uno funciona y casi siempre está roto: las pacientes tienen que ser trasladadas por las escaleras, sin seguridad para ellas y para los camilleros...
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