Lima: Reflexiones sobre la XI Cumbre Iberoamericana |
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por DAVID RODRíGUEZ CUPER |
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La XI Cumbre Iberoamericana acaba de terminar y con ello vuelve la calma a la capital peruana. Los soldados se retiran para cederle el lugar a los habituales habitantes de las calles limeñas: mendigos, vendedores ambulantes y drogadictos que aún no comprenden, ni nunca comprenderán, para qué y para quiénes se realizan estos encuentros presidenciales.
Los autotitulados críticos y analistas han comenzado a dar rienda suelta a su imaginación llegando a justificar la autoexclusión de Castro de la Cumbre como una clara muestra de miedo a la presencia del renombrado escritor peruano Mario Vargas Llosa lo cual, sin restarle méritos democráticos al señor Vargas Llosa, puede considerarse un menosprecio al esfuerzo desplegado por las diferentes organizaciones del exilio que se dieron cita en esta capital.
La televisión peruana, a través de entrevistas realizadas entre la población, ha dado a conocer que el verdadero huracán que impidió a Castro venir a Lima, fue el del exilio, que presentó un gran número de denuncias y pruebas en su contra.
Quienes han sido testigos del trabajo conjunto de varias semanas, durante las cuales la prensa divulgó entrevistas y pruebas tan contundentes como el vídeo que relata el asesinato de los pilotos de Hermanos al Rescate y conferencias de prensa mostrando fotos de los presos en la Isla, están conscientes de que esta labor de propaganda, combinada con las protestas de miembros del exilio convirtieron la Cumbre en un escenario demasiado riesgoso para la imagen de Castro.
Gracias a estos esfuerzos se logró impedir que un dictador asistiera a una reunión de presidentes democráticos, un gran triunfo para quienes desde dentro y fuera de la Isla luchan por una Cuba libre y democrática.
Lamentablemente, la declaración final sólo se refirió a la lucha contra el terrorismo internacional y a la situación económica mundial, así como apartes especiales sobre los procesos electorales en el Perú y Nicaragua y la situación de las islas Malvinas.
Una vez más se demostró la frivolidad e indiferencia que existen ante el sufrir de un pueblo que en las próximas semanas cumplirá 43 años de encierro y represión dictatorial.
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