Viernes, 30 noviembre 2001 Año II. Edición 247 IMAGENES PORTADA
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Madrid: En busca del piso perdido

por BEATRIZ FERNáNDEZ  
Metro

Alquilar un piso en Madrid puede ser un auténtico calvario, una carrera de fondo sin límites, llena de trampas y extravíos. Cuento:

Para tener ventaja hay que levantarse bien temprano y comprar el periódico de anuncios. Paso seguido: subrayar a primera hora, en el sin fin de diminutas ofertas, aquellos teléfonos de las que tienen precios más asequibles. Pero, en realidad, esta ventaja de acudir apenas amaneciendo, es relativa y no garantiza nada. En su frenética lucha, miles de competidores acuden a los mercados de prensa abiertos de madrugada, por lo que al llamar, por muy temprano que sea, la respuesta no es otra que el rotundo "ya está alquilado". Así pueden pasar días y semanas, gastando en teléfono y periódicos anunciantes que, ante la creciente demanda, de estudiantes, turistas o inmigrantes del interior o el exterior, ya alcanzan precio de libros.

Cuando por fin logras hablar con uno sin alquilar aún, hay que atrincherarse porque el fuego de preguntas es denso e interminable. Por el acento viene la primera: "¿no es usted de aquí, verdad? ¿De dónde es usted? ¿Tiene los documentos en regla?". Tragas y respondes pacientemente, pensando que la cosa no va tan mal, porque en otras ocasiones has oído "mire usted, nosotros no somos racistas, pero no nos gusta alquilar a extranjeros". Pero aquí no acaba, suponiendo que las repuestas fueran satisfactorias, llega el momento de concertar la visita. En este caso, a los requisitos anteriores se agregan otros como: aval bancario (el banco cobra por decir que guarda tu dinero), contrato de trabajo, última nómina... y lo que se les ocurra.

Si cumples con todo, llegas al lugar presa de la ansiedad, imaginándote ya en tu futuro barrio. Miras las calles, los comercios, el metro, las áreas verdes los edificios y hasta los pajaritos. En este punto, pueden suceder muchas cosas, la peor añejarte esperando. Cuando llamas dicen que lo sienten, pero que ya está alquilado, le sueltas tu rabia pero no ganas nada. O puede suceder que el piso sea, efectivamente, de dos dormitorios, sala, cocina y baño independiente, pero que los dormitorios sean apenas del tamaño de la cama, la sala como un sofá y el baño y la cocina, del tamaño del fregadero y el excusado respectivamente.

En medio de la desesperación haces cosas de las que te arrepientes. A pesar de las advertencias, llamas a los anuncios resaltados en el periódico por recuadros, o en letras grandes. Por lo general son pisos de buenas condiciones, con precio atractivo y en excelentes barrios. Concertas una visita y la fluidez del preámbulo telefónico, hace pensar que se va acabar la pesadilla. Pero cuando llegas, encuentras una agencia sin el piso que fuiste a ver y que, además, te pide una millonada por "buscarte" algo durante un período de tiempo. Si en ese tiempo no aparece, entonces ni dinero ni piso ni nada. Te han engañado.

Olvidé decir que puede suceder también, que el piso este bueno y quieras alquilarlo. Pasarás a formar parte de una larga lista de pretendientes que deben esperar que les llamen. Pasan las horas y como no llaman (señal de que no cuentan contigo), llamas tú y oyes esas palabras nuevamente rotundas y ya familiares. Pero no importa, hay que seguir.

Un día llegué al piso y tenía tres personas delante, pasados unos minutos, había cinco detrás. Cuando entré, las dueñas me enseñaron todo en un santiamén, no recuerdo por qué motivo supe que eran nacidas en Zaragoza. No hacía mucho yo había estado allí, así que cruzamos un par de impresiones, al final les dije que me interesaba el piso y entonces me pidieron la documentación. Por teléfono habían exigido contrato de trabajo indefinido, que no tenía, aunque dije que sí, aval bancario o las dos últimas nóminas. Yo saqué uno de los tantos que pedían, lo único que llevaba, mientras tanto no paraba de hablar. Después de haber visto el papel, se miraron entre ellas y entonces dijeron: "si te gusta el piso, te lo dejamos".


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