Congreso de Periodistas Latinoamericanos y Caribeños: Contra todos los monopolios |
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por LEONARDO CALVO CáRDENAS |
Parte 1 / 2 |
El titular estremeció mi sensibilidad. El cataclismo en forma de consigna expresaba: "Usar todas las vías contra el monopolio de la información".
Bajo este principio se reunieron en La Habana profesionales de la prensa de casi treinta países del subcontinente para animar el congreso de periodistas latinoamericanos y caribeños. En el cónclave, los delegados debatieron sobre medulares y complejos problemas relacionados con la difusión de información e ideas, poniendo especial atención en la función y compromiso sociales de los comunicadores.
Como corresponde a una reunión de periodistas, en la reunión, celebrada en los primeros días de octubre, estuvo latente el espíritu de defensa del pluralismo, la diversidad y la objetiva transparencia que deben caracterizar la utilización de los espacios y canales informativos tan importantes en esta mundializada modernidad.
Como corresponde a cualquier reunión que se celebre en Cuba bajo el exclusivo espacio gubernamental, estuvo ausente el espíritu de visión sensible y objetiva de una realidad que, en cuanto a libertad de expresión y transparencia informativa, está muy lejos de los ideales e inquietudes de los delegados.
Fue impactante apreciar la vehemencia y desenfado con que los visitantes se pronunciaron contra el monopolio hegemónico de sectores poderosos que convierten a los medios y espacios de información en instrumentos para privatizar el pensamiento y en vías para promover e imponer afanes consumistas.
Los delegados expresaron clara oposición a los medios de prensa que se alinean con el poder y reafirmaron la necesidad de utilizar medios y vías alternativas para trasmitir información y difundir la verdad. Hubo en el evento generalizado consenso en que la ética y la responsabilidad deben fundamentar los esfuerzos de los profesionales sensibilizados en combatir la injusticia y trascender el silencio y la mentira.
Sin duda alguna, las inquietudes, preocupaciones y búsquedas de los convocados tienen una considerable cuota de fundamento y legitimidad: los ámbitos informativos universales son, como casi todo —por suerte— perfectibles y democratizables, pero para los que carecen de voz y horizonte informativo en la Cuba dolida y oculta, este congreso resulta tan surrealista y enajenante como un impensable foro antirracista en la Pretoria de los 80 o un congreso feminista en el Kabul talibán de principios del siglo XXI.
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