| Estatuas de sal |
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| La mujer de Lot, el reverendo Raúl Suárez y la tolerancia oficial. |
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| por MICHEL SUáREZ, Valencia |
Parte 2 / 2 |
En su arenga del plenario unicameral y unipartidista, Suárez recordaba su participación en las actividades por el 25 aniversario de las Madres de la Plaza de Mayo, donde fue aún más lejos en su despampanante arribismo. Tuvo la insolencia de agradecer a Dios lo que Fidel Castro ha significado en su vida, en su identidad cristiana y en su vocación pastoral: en "la unión de cristianos y marxistas".
Lamentablemente, la jerarquía de las confesiones evangélicas cubanas ha utilizado la adulación a la dictadura como instrumento proselitista y de tolerancia oficial (por fortuna, no puede decirse lo mismo de la mayoría de sus creyentes). Los resultados han sido favorables para ambas partes. Por un lado, el Gobierno exhibe a sus teo-diputados como efecto del supuesto avance entre las relaciones Iglesia-Estado, mientras que algunas de las denominaciones protestantes —totalmente desfavorecidas por el apego de los cubanos al catolicismo o al sincretismo— aprovechan la coyuntura para hablar y actuar políticamente en nombre de los creyentes de la Isla, cuando en realidad son minoría. A ello se suma la bota que Fidel Castro mantiene sobre la religión católica —distante de todo oficialismo—, en evidente castigo por su pensamiento independiente y contestatario.
Ingenuamente creen el Consejo de Iglesias, su nuevo presidente Reinerio Arce y las 35 denominaciones o movimientos que la componen, que la "libertad" con que actúan es genuina. Trasládese la memoria hasta la llamada Celebración Evangélica Cubana, que en un sucedáneo de acontecimiento papal movilizó a los fieles entre mayo y junio de 1999. En el culto de Santiago de Cuba, organizado milímetro a milímetro por el Partido Comunista, salieron a flote contradicciones entre los oradores y la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central por temas tan elementales como los conceptos de paz y amor, y la necesidad del perdón. Aunque, otra vez, los líderes congregacionales dieron la mala nota: mucha gente se preguntó si el predicador principal del culto de Baracoa, el actual presidente de la Convención Bautista de Cuba Oriental, Roy Acosta, era un reverendo o el primer secretario del Partido en el municipio.
Volviendo al señor Suárez, milagrosamente no ha sido electo presidente del Consejo de Iglesias de Cuba. A pesar de todo el énfasis mediático que recibió durante la Celebración Evangélica, de sus tradicionales discursos en el Parlamento y sus continuos intercambios públicos con el gobernante de la Isla, no ha alcanzado los votos suficientes para la mayoría en el Consejo. No obstante, se cumplieron cabalmente los objetivos del régimen tras la salida de Odén Marichal de la dirección. La estrategia del Partido era no privilegiar ningún nombre en la prensa por temor a crear preferencias entre los votantes y a una desarticulación de la estrategia sumisa de los últimos años.
A toda esta puesta en escena, en la que la mayoría católica es la gran víctima por ser etiquetada como "irresponsable", "anexionista" y "culpable" de la represión que el Gobierno ha desatado contra ella desde el propio 1959, se unen dos comunicados de organizaciones internacionales sobre la libertad de culto en Cuba. Human Rights Watch reconoce el pérfido trasfondo político de la tolerancia estatal hacia el protestantismo. La entidad Ayuda por la Iglesia que Sufre acaba de publicar que "el régimen totalitario cubano es el punto doloroso de la religión en América Latina". Son más que respuestas a personajes tan siniestros como el reverendo Raúl Suárez, capaces de invocar a Dios para defender al diablo.
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