Viernes, 03 mayo 2002 Año III. Edición 358 IMAGENES PORTADA
Música
Lázaro Ros: la leyenda viva

Una conversación con el hombre de los mil cantos sagrados.
por NATALIA BOLíVAR, La Habana Parte 1 / 2
Lázaro Ros
Lázaro Ros

Lázaro Ros es un anciano venerable de 77 años. Delgado, amplia sonrisa blanca y garganta de acero. Para los cubanos, Lázaro es la voz por excelencia, salida del corazón de la selva nigeriana; lo mejor del rico y ancestral folclor afrocubano, quien entona sus melodías con voz inigualable por su calidad y fortaleza.

Al fundarse el Conjunto Folclórico Nacional, es de los primeros en ser llamados, pues nadie conoce mejor los cantos y bailes yorubas. Además de su trabajo como cantante, bailarín y profesor de la Universidad de La Habana, escribe dos obras musicales: El Alafín de Oyó y Arará. El primero de sus discos lo edita en 1961, y hasta hoy ha dejado grabadas piezas memorables como Ancestros, con el grupo Síntesis; el doble volumen dedicado a Olorun; el dedicado a los arará, Asoyi. Su arte lo ha intercambiado con músicos importantes, y entre ellos están Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Santana y Yimmy Cliff. Ha sido nominado a premios Grammy en tres ocasiones: en 1999, en la categoría de música tradicional, por su disco Babalú Ayé, junto a Chucho Valdés; en 2000 por sus discos Yemayá y Ochún, y en 2001 por Orisha Ayé, estos últimos de la casa discográfica Unicornio. En Cuba, Lázaro ha obtenido numerosas condecoraciones. En Estados Unidos trabajó como profesor de la Universidad de Pittsburg; fue distinguido como Hijo Ilustre de Washington DC y le fue entregada la llave de la Ciudad de Boston.

Pero Lázaro es también un hombre sabio.

—La mentira dura mil años, pero cuando llega la verdad la destruye por completo.

Contesta así cuando se le pregunta si sabe el significado de los más de mil cantos africanos que tiene dentro de su cabeza. Cualquier otro andaría presumiendo; pero este caballero de color ha aprendido, a la altura de sus años, algo que muchos olvidan: la verdad termina por ganar en la batalla de la vida.

Lázaro inicia cada mañana su jornada con libreta, lápiz en mano y su memoria trabajando como un ordenador de Bill Gates: antes de irse a donde está el bien, como él dice, quiere dejar escritos los más de mil cantos en lenguas africanas que están metidos en su cabeza. De momento, tiene pasados la mitad. Unos 700 son cantos yorubas; el resto, ararás y rumbas. Actualmente tiene unos 300 cantos grabados y muchísima prisa por acabar su tarea.

—Aprendí con Otilia Mantecón, que era de Pedro Betancourt (Matanzas). Quiero dejar escritas y grabadas las canciones que he aprendido en 75 años.

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