La población habanera todavía no se recupera de la mala noticia. La semana pasada, la prensa oficial anunció la confiscación de un cargamento de equipos de vídeo que estaban en la bodega de un barco procedente de Panamá y atracado en el puerto de la Habana. La mercancía se valoró en 125 000 dólares y su destino era el ávido mercado negro de la ciudad donde se paga entre 270 y 300 dólares por un equipo nuevo.
Según Cubanet, el precio de estos equipos era menor antes del episodio del niño Elián, pero con la aparición de esta historia en la vida de los cubanos vinieron también las mesas redondas informativas y las clases de la Universidad para todos, la televisión se hizo insoportable y así subieron los precios de los vídeos en el mercado negro. La vieja historia de la oferta y la demanda.
Las autoridades cubanas prohibieron hace varios años la importación no comercial de equipos de vídeo desde Estados Unidos porque, según algunos observadores, es mucho más fácil y rápido traerlos de allí que de cualquier otro país. Tampoco se venden en las cadenas de tiendas en divisas y sólo se expenden a diplomáticos y a personal “autorizado”. No obstante y nadie sabe como, cada vez más gente tiene un vídeo en su casa que le permite librarse de la programación de la televisión cubana.
Los “bancos de vídeo” que han resistido las constantes multas y decomisos son uno de los mejores negocios que se pueden tener hoy en Cuba. Además de las tradicionales películas, ahora alquilan El Programa de Cristina, telenovelas de diferentes nacionalidades, muñequitos, talk shows y hasta programas de divulgación científica que llegan a Cuba por los caminos más peregrinos.
“La hora del vídeo” se sitúa alrededor de las seis de la tarde cuando comienzan las mesas redondas destinadas a “iluminar” al pueblo cubano.