Escúchese, por ejemplo, el clásico Mami, te gusto (L. Martínez), y obsérvese como se recrea con maestría renovadora el sonido Arsenio Rodríguez / Chapottín a través del solo de piano de Alfaro (en claro homenaje y guiños a R. González, L. Martínez y B. Valdés) y los ataques en silbos jazzeados de los metales que contrapuntean con el tres, el bajo y las percusiones, en una delirante cadencia de tonalidades que invitan al baile.

Los orquestadores (Lazaga, Rios, Pizaco, y J.de Marcos) se pasean por los diferentes géneros de nuestra música y logran que la voz de Baloy se atempere a las novedosas propuestas armónicas/rítmicas que van desde un son montuno de calibre clásico como Baila mi son (Evelio Landa), un cha-cha-chá con aire cincuentero de candente presencia de los metales y cierto cierre timbero que es Ven a bailar el Cha-cha-chá (C. Fabré), un bolero de cargada nostalgia a lo Riset firmado por el mismo Baloy (Después de esta noche), hasta la algarabía rumbera de Misericordia, ¡no aguanto¡ (F. Rondon), suerte de changüí guantanamero en tiempo y clave de guaguancó que "Tata" Güines colorea con golpes de conga.

El Baloy explosivo y a veces ríspido de Revé y su Charangón aparece ahora más contenido, maduro y reflexivo. La rica frecuencia tímbrica de su fraseo se adapta con imaginación a lo propuesto por los arreglistas, y escuchamos a un sonero en dominio pleno de sus formas.

Félix Baloy / Baila mi son, secuela de Buena Vista..., confirma la riqueza y variedad del son cubano desde uno de sus mejores intérpretes. Fui testigo de la discusión de Baloy con el diseñador de los créditos de un disco de Son 14 grabado en la EGREM, porque aparecía su apellido escrito con V; alguien, bromeando, dijo: "es un error, señores, Baloy se escribe con B de bárbaro". En este trabajo, el sonero de Mayarí , naturalizado habanero, confirma lo que se oyó en una oficina de los estudios de grabación de La Habana, hace unos años: hoy por hoy, es el bárbaro del son montuno y la guaracha.