Martes, 04 diciembre 2001 Año II. Edición 249 IMAGENES PORTADA
Economía
Seguridad social y mercado negro

Mercado irregular: otro eufemismo para el usurerismo oficial de la distribución estatal.
por CARMELO DíAZ FERNáNDEZ  
Crucero
Bahía de la Habana. Velero por
40 dólares; crucero alemán Europa

Para paliar la aguda situación económica que atraviesa el país, y en vez de tomar medidas conducentes al mejoramiento, el régimen crea dispositivos y da pasos errados muy poco estimulantes. Uno de éstos es el mercado irregular.

Este mercado, que podría catalogarse como "bolsa negra oficializada" para la distribución de productos, tanto alimenticios como de uso general, está afectado por gravámenes impositivos de circulación que alcanzan 15 y hasta 25 veces su verdadero valor. Los más significativos y que mayores ingresos aportan al presupuesto del Estado provienen de la venta de cigarros y bebidas alcohólicas que, según estimados, ellos solos representan más de 2 mil millones de pesos de ingreso físico anualmente.

De hecho, esto permite sufragar casi en su totalidad los presupuestos de seguridad social, salud pública y educación, lo que posibilita al Gobierno enfrentar los gastos sociales sin el mayor esfuerzo en cuanto a eficiencia económica en otras ramas de la economía nacional, estatales en su mayoría.

En los últimos tiempos, y muy especialmente desde comienzos de 1998, se han incrementado las reducciones alimentarias en la cuota de racionamiento. A productos tales como galletas, pastas, derivados cárnicos, pescado, huevos, etc., se les ha alargado el ciclo de entrega a casi el doble del que existía, sin la compensación de nuevas asignaciones de productos alimenticios.

El Gobierno muestra muy poco interés en asignar nuevos renglones nutricionales a la población y su política económica es ahorrar estos productos para ofrecerlos en el mercado interno de divisas.

La justificación ya gastada de que se hace para garantizar los servicios sociales es dudosa. Lo cierto es que esta situación de crisis gravita significativamente en el costo social pues ni siquiera compensa los servicios sociales que presta el Estado, ya que éstos son sufragados por el aporte del pueblo en su totalidad a través de los elevados impuestos de circulación con que están gravados todos los productos que se comercializan en venta libre, y donde el componente principal de estos gastos sociales, los salarios, en más de un 90% se costean en moneda nacional y poseen un nivel adquisitivo reducido.

El pueblo, un poco en broma y bastante en serio, le ha adjudicado un nombre a este mercado: la bolsa roja.


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