Isla de Pinos: el hambre como enigma
por FABIO PRIETO LLORENTE

Primero mataron de hambre a las gallinas —por la falta de pienso—; luego, a las sobrevivientes, las asesinaron con exceso de maíz en el pienso, que para el caso es lo mismo.

Ahora, en Isla de Pinos, los tres o cuatro huevos racionados que recibía mensualmente una población cercana a los 90 mil habitantes, se esfumaron, como lo hizo la carne y el pescado... nada más y nada menos que en un territorio cercado por el mar.

Parece como si las autoridades hubieran resuelto —¡al fin!— el viejo enigma de quién fue primero, el huevo o la gallina. Para perjuicio de los consumidores quedó resuelto con la desaparición de ambos factores. Ni siquiera hubo un producto resultante.

La tabla a continuación, confeccionada por la Fundación Isla de Pinos de Derechos Humanos y Fomento Territorial, muestra los productos alimenticios y de aseo personal que se han distribuido en ese "Municipio Especial" durante los primeros seis meses del año. Ello puede dar una idea, siempre relativa, de la calidad de vida que hoy en día se disfruta en la antigua Isla del Tesoro.

La unidad de medida que se ha utilizado son los gramos, con excepción de los jabones de lavar y de olor, que es por unidad; y el pescado en conserva, que es una lata cada dos personas. El detergente está envasado en pomos plásticos y también se vende a razón de uno por núcleo.

Hay tres productos que se han asignado específicamente a esta localidad: el polvo de frozen —utilizado por muchos para desayunar, como si fuera leche—, el gofio y el pescado fresco, que no ha sido distribuido por mucho tiempo.

Como otra característica especial —anormal—, está la entrega a los niños menores de 14 años, y a las personas mayores de 60, de 230 gramos de carne de res.

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