Martes, 16 octubre 2001 Año II. Edición 214 IMAGENES PORTADA
Desde...
Miami: La Fuente equivocada

por JORGE L. DE LA PAZ  

Ponce de León, con afán desmedido, trató de hallar la fuente de la juventud en la Florida. A pesar de su incansable búsqueda, nunca encontró el origen de la eterna primavera —excepto parajes paradisíacos de genésicos efectos—. En Coral Gables, sobre la calle que lleva hoy su nombre, hay una fuente... pero bien distinta, pues, lejos de generar mocedad, hace brotar la indignación en respuesta a la infamia más canallesca que se pueda imaginar.

Marcada por el número 114 B de la avenida Ponce de León, en el mismo corazón del exilio cubano, se localiza un apéndice ideológico del régimen castrista. Cualquier persona que llevaran allí con los ojos vendados, y luego despojaran de las vendas dentro del local de la Agencia de Viajes Caribbean, creería que la han deportado a Cuba y la tienen dentro de unas de las oficinas del Partido Comunista. Hay paredes "adornadas" con fotos a todo color del dictador sonriente, agasajado por los funcionarios de esta agencia; un estanquillo de periódicos y revistas que cantan loas a Castro con más vehemencia que el mismísimo Granma (lo cual parecía imposible de superar), hacen la estancia simplemente indignante, no ya para cubanos, sino para cualquier individuo amante de la libertad.

Al preguntarle a una empleada el por qué de semejante setting, ésta se limitó a responderme que no tenía comentario alguno. Por si fuera poco, pude hojear un periódico —¿debo llamarle así?— que arremete contra el exilio tildándolo de "mafia" (cualquier semejanza no es pura coincidencia). El panfleto, que lleva por nombre Miami Post, flagela con saña a la Fundación Cubana Americana, a Pérez Roura, al Frente Patriótico y a todo lo que le huela a disidencia, a la vez que enaltece al régimen de Fidel Castro. No quiero prevaricar, pero me llamó la atención no hallar ni un solo comercial entre sus páginas. El formato, aburrido y torpe, imita el estilo apologético de la prensa oficial cubana, en especial en la sección donde se presenta a los cinco espías cubanos —convertidos en héroes por obra y gracia de la propaganda de La Habana— como inocentes patriotas encarcelados tras un proceso judicial amañado. La crítica purifica y oxigena las democracias, nada tengo contra ella. Ahora bien, si ésta se transforma en diatriba para defender los desmanes de un Gobierno que es la antítesis misma de los derechos civiles, de la libertad de prensa y opinión, del respeto a la dignidad plena del hombre, entonces es inmoral, un acto grotesco, una provocación al dolor de una nación dividida por un megalómano senil.

La Historia no absolvió al dictador que este panfleto defiende en detrimento de su propio pueblo. La Historia también se encargará de condenar a esta especie de cuerpo de voluntarios de nuevo tipo, a estos Judas de su tierra, quienes alaban al régimen mientras hipócritamente disfrutan de la libertad de prensa y la economía de mercado vedadas a sus compatriotas. Para ellos, como para el sátrapa que justifican, la cuenta regresiva ha comenzado.


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