Martes, 16 octubre 2001 Año II. Edición 214 IMAGENES PORTADA
Desde...
Mendoza: Dios no tiene religión

Un paralelo entre los atentados de EE.UU. y Argentina: el terrorismo apunta hacia todas partes.
por EZEQUIEL PéREZ MARTíN  

Bien miradas las cosas, Dios no tiene religión. Quizá por ello, una amplia gama de religiosos argentinos pretende unir sus esfuerzos, reivindicando el hecho de que "Dios invita a la morada de la paz" (como señala el Corán). El lema es cerrar filas contra el terrorismo, en el convencimiento de que atentados como los del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, son actos contra la sociedad occidental y no contra un Estado.

Argentina ha sufrido en carne propia el flagelo de moda. Primero la voladura de la embajada de Israel en marzo de 1992, con saldo de 28 muertos y cientos de heridos; después, el mayor atentado terrorista de la historia de la nación sudamericana, contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el 18 de julio de 1994, donde murieron 85 personas y centenares fueron heridas.

En medio de una convocatoria general para que los 36 millones de argentinos, sean de la religión que sean, participen de una cadena gigante de oración por la paz el próximo día 12 de octubre, se desarrolla lo que, sin duda alguna, ha sido el juicio más esperado en este país: el proceso oral y público por el atentado contra la AMIA. El juicio tiene lugar siete años después de ocurridos los hechos, y en modo alguno está condicionado por los sucesos que estremecieron al mundo el denominado martes negro en Estados Unidos. Desde mucho antes, estaba fijado para los últimos días de septiembre.

En Argentina parecía ya casi imposible encausar a los responsables del acto criminal, que indudablemente formó parte de una vasta conspiración con grandes ramificaciones, y que en cierto modo es comparable con lo que ocurrió en EE. UU. Hace siete años numerosas familias perdieron a sus seres queridos en una explosión perpetrada por terroristas. Ahora hay nuevas familias argentinas que no verán más a algunos de sus integrantes, víctimas del atentado contra las torres gemelas de Nueva York. Tanto unos como otros, admiten que "hay que aprender a convivir con la tragedia, porque de esto uno nunca se recupera".

La única esperanza —no ya para mitigar dolores personales— es que la venganza no le gane a la justicia, y que ésta se quite la venda de una buena vez. Que mire de frente e implacablemente a los dementes que nos han metido en una especie de mundo sin ton ni son, sin pies ni cabeza.

A fin de cuentas, no parece tan difícil si tenemos en cuenta que Dios, como ya es sabido, no tiene religión. Sólo es cuestión de intentarlo y en Argentina, por estos días, se procura hacer justicia.


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