Cuba: Factura impagable |
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por JORGE OLIVERA CASTILLO |
Parte 1 / 2 |
Debo cerca de 4 000 dólares y no sé como restituirlos. Pero ese no es lo peor. De la protuberante sumatoria de "fulas" no he visto un céntimo.
Alguien con alma de estafador ha usado mi identidad para reunir la pequeña fortuna que, por cierto, representa el salario mensual de aproximadamente 440 coterráneos. En detalle, significan alrededor de 200 pesos por trabajador.
Actualmente la tasa de cambios estipulan que un dólar equivale a 22 billetes nacionales.
Para colmo de males, el signo fatal me persigue. El timador continúa haciendo de las suyas.
Otras vivencias de similar naturaleza ofrecen pruebas irrefutables de que la estafa es plural y obviamente millonaria.
Juan José, María Elena, Enrique, Víctor, Andrés y Alfonso comparten la pesada carga de débitos. A cada uno le extienden un cheque de 4000 ejemplares con la efigie de George Washington, cantidad a reponer en un plazo no determinado.
La amplitud de la deuda rebasa los estimados más conservadores, es lógico. Exprimir bolsillos ajenos durante 43 años a nombre de 11 millones de habitantes devenidos en conejillos de Indias certifica algo preocupante y riesgoso: un país en bancarrota.
Estudios de prestigiosas instituciones elevan la onerosa carga monetaria a 40.000 millones, unas de las mayores deudas per cápita en el mundo.
El sentido de la equidad, independencia, desarrollo, conserva su valor, sólo que circunscrito a la semántica.
Nada o muy poco permanece exento de la metamorfosis. Lo que ayer fue una loable proyección, hoy es un desastre de marca mayor. La vilipendiada diferencia de clases que resultó ser unas de las apoyaturas para teorizar sobre la "decadencia" de las sociedades capitalistas ahora es síntoma frecuente y vital del caos que estrangula a la Isla.
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