Jueves, 05 diciembre 2002 Año III. Edición 509 IMAGENES PORTADA
Deporte
Suspendido en el silencio

El astro más publicitado del deporte 'revolucionario' tras Teófilo Stevenson y Alberto Juantorena, se precipita a tierra.
por JORGE EBRO, Miami  
Sotomayor
Sotomayor celebra su 35 cumpleaños en un restaurante
habanero. Junto al saltador, su esposa e hijo aparecen,
entre otros, Diego Armando Maradona y Félix Savón

En un escueto telegrama, pasado con la mayor discreción del mundo, la Federación Cubana de Atletismo le hizo saber hace pocos días a la IAAF, organismo que rige los destinos de este deporte a nivel internacional, que admitía la suspensión de por vida del saltador de altura Javier Sotomayor ante la innegable evidencia del uso de sustancias prohibidas.

El todavía recordista del orbe en la especialidad había dado positivo en un examen antidopaje que se le practicó en la reunión atlética de Tenerife, en julio de 2001. En esta ocasión la sustancia encontrada fue nandrolona, la cual ayuda a mejorar el funcionamiento de los sistemas respiratorio y sanguíneo.

Los informes fueron elevados en su momento a la Federación Cubana —es decir, al Gobierno y el Partido—, que se tomó más de un año sopesando qué decisión tomar con alguien que, tras Teófilo Stevenson y Alberto Juantorena, era el icono más publicitado del deporte "revolucionario" de la Isla.

A pesar de la demora, la respuesta no pudo ser otra que la suspensión de por vida de Sotomayor, quien era reincidente en el tema, puesto que en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 99 también había sido sancionado por el uso de cocaína (no precisamente un esteroide, sino una droga de las más destructivas).

Vale recordar que en aquella ocasión el Gobierno cubano calificó de traidor a su homólogo canadiense, el cual supuestamente se había vendido a la mafia cubanoamericana de Miami en una confabulación para empañar la imagen ejemplar de un atleta digno y puro. La Habana llegó al punto de amenazar con retirarse de los Juegos si no se daba marcha atrás a la decisión.

Cuba dedicó varias series de programas y discusiones televisadas —algo así como el germen deportivo de las futuras mesas redondas— a demostrar cómo doctores sin escrúpulos habrían alterado las pruebas en laboratorios donde desde técnicos a porteros tenían el marcado interés de denigrar a Sotomayor.

No se podía, bajo ningún concepto, aceptar —primero— que un atleta revolucionario hubiera cometido fraude para ganar una prueba, y —segundo— que la sustancia hallada fuera nada más y nada menos que una droga que es fuente de uno de los contrabandos más perseguidos por el mundo y más negados por Cuba.

Ahora, al parecer, la fuerza de la evidencia es irrebatible y el tema se considera resuelto de manera definitiva con la sanción a perpetuidad. De todos modos, la IAAF se ha portado más que bien con el cubano, pues le mantiene todos sus títulos mundiales y olímpicos, así como su récord, a pesar de la enorme sombra de duda que significan dos suspensiones en un período corto de tiempo.

Prueba de la paciencia de la IAAF con Sotomayor es el hecho de que en Winnipeg fue penalizado con dos años de ausencia de los eventos deportivos, pero en atención a su "excepcional trayectoria deportiva" sólo estuvo alejado unos cuantos meses y pudo participar en la Olimpiada de Sidney 2000.

Desde el punto de vista atlético, la sanción no afecta a Sotomayor, quien ya se encuentra retirado de la actividad deportiva. Pero desde el moral, el golpe que presupone una sanción de por vida resulta muy contundente para él, que comienza a sentir en propia carne el ostracismo de no ser llamado a ningún evento oficial ni ser el centro de la vida nocturna habanera, como lo fue en su tiempo de esplendor.

El golpe también lo encaja, en lo general, el Gobierno cubano y la autoridades del INDER, que un día pensaron tener en sus filas a un príncipe de las alturas y hoy se resignan a reconocer que no era más que un mendigo terrenal.


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