| Adiós Argentina |
|
| La selección nacional de voleibol masculino zozobró en el recién finalizado Mundial de la especialidad. 18 equipos la aventajaron. |
 |
| por IVáN GARCíA, La Habana |
|
¡Qué mal! La sexteta masculina de voleibol ni siquiera pudo estar entre las 16 mejores del planeta. Ocupó un paupérrimo lugar 19. Y... de vuelta a La Habana.
En el aeropuerto José Martí no los recibió el presidente Fidel Castro ni la prensa hizo el panegírico que suele hacer ante los triunfos deportivos. Por la puerta trasera llegaron los morenos del Caribe.
Tras la huida de Bélgica, en diciembre de 2001, de seis de sus estelares, a poco se podía aspirar. A ello hay que añadir que la paranoia ronda entre los federativos del deporte en la Isla ante tantas deserciones y, sobre todo, ante el discurso de los deportistas cubanos, que aparentan fidelidad al régimen y a la primera se la dejan en la mano. Por ello, una casería de brujas se ha desatado. Hay sospechas por doquier.
Esta selección era mala, pero hubiera sido un poco mejor si en la nómina aparecieran los nombres de Iván Benito Ruiz, Alain Roca y Rodolfo Sánchez. Sin embargo, los tres están marcados con el sambenito de posibles desertores.
La actual sexteta fue la más joven entre las 24 participantes del pasado Mundial en Argentina, con un promedio de edad de 22,4 años y una estatura de 1,96 m. Odelvis Dominico (bloqueador central), Raidel Poey (atacador de fuerza) y Maikel Salas (pasador) no cuentan con el suficiente pedigree para salir a una cancha y pelear de tú a tú con equipos grandes como Rusia, Italia o Brasil.
Pasarán años, quizás un lustro, para que el voly cubano vuelva a formar un equipo de primer nivel. Incluso puede que para siempre naufrague a la deriva entre selecciones mediocres, porque éste no es un deporte masivo en Cuba. Más bien un experimento de laboratorio donde, desde edades tempranas, los diez o doce mejores atletas que destacan en su práctica son concentrados para conformar el equipo nacional.
No hay grandes reservas como en el béisbol y el boxeo. Al desertar la crema y nata, el voly masculino pasó a ser una sexteta de segunda. Y tal vez, quién sabe, puede que de tercera.
|
