Lunes, 13 enero 2003 Año IV. Edición 532 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Mucho terror y poca sangre

La escuela de terrorismo revolucionario, tan famosa como la de ballet, deja huellas lo mismo en Camagüey que en Guadalajara.
por MICHEL SUáREZ, Valencia Parte 2 / 2

Todos los crímenes son execrables. Sin embargo, a la masa progre, que disfruta plenamente el juego democrático en Europa, poco le interesa el terrorismo de conciencia que se vive en los últimos reductos de la geografía comunista, y sigue viendo en Isla caribeña la consumación de su ideal. Tampoco el centro democrático ni la derecha caminan más allá de la denominada "posición común europea" que por estos días parecen ratificar. ¿Qué importan, en definitiva, cuatro alumnos marginados de todo estudio y empleo posible, ante una víctima de bomba? Todas las manifestaciones de terrorismo son inadmisibles. Afortunadamente, el mundo encantado alrededor del paraíso cubano se resquebraja cada vez más. En plena nación azteca —según el Gobierno de la Isla "la más solidaria de las naciones latinoamericanas con la revolución cubana"—, la mayoría ha rechazado abiertamente la grosera actitud de una Brigada de Respuesta Rápida compuesta por intelectuales y estudiantes universitarios que saboteó la presentación de la revista mexicana Letras libres.

Una muestra la encontramos en la página de opinión del diario Mural, en la que se ha abierto un debate público sobre los incidentes ocurridos. Casi el ciento por ciento de los criterios reprende sin compasión la actitud "intolerante" de las hordas cubanas y llega a conclusiones como las de este lector de Guadalajara: "De los funcionarios cubanos, era de esperarse. Lo verdaderamente vergonzoso del asunto fue la actitud de los estudiantes mexicanos que se prestaron para servir de comparsas ante la represalia política de Cuba frente a los intelectuales que hablan de libertad. Resulta lamentable que esos estudiantes de izquierda luego se presenten como progres".

Otro mensaje recibido en Mural denunciaba que "totalitarismo es intolerancia, luego es normal que odien la disidencia. Y lo peor: la estupidez de nuestras elites intelectuales progresistas, que pretenden perpetuar la excepcionalidad antidemocrática de Cuba... La gran pregunta es por qué nuestros 'sabios' odian la libertad". Una tercera opinión, tan sólo como botón de muestra y cierre: "Hoy, como nunca señores, queda más evidente la necedad de conservar la Cuba castrista, donde está sólo el interés de abrazar un mito, sin importar el sentir de la gente, que tiene tanto derecho a disentir como nosotros y a la que simplemente se les niega tal".

No obstante, la insuficiencia de críticas severas al Gobierno de La Habana se refleja fundamentalmente a nivel institucional, como se ha dicho anteriormente. Un tipo de terrorismo —con un costo físico muy concreto— es condenado pública e internacionalmente sin reservas. El otro, que significa una explosión intangible que revienta vidas humanas desde posiciones de fuerza en un país-isla en sí mismo, pasa sus apuros hasta en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra, donde condenar al régimen es casi una tarea de titanes. Evidencias de los resultados objetivos de la teoría post estalinista de "mucho terror y poca sangre", llevada a la práctica por Fidel Castro hasta sus últimas consecuencias.

La expulsión de los estudiantes camagüeyanos —firmemente denunciada por las organizaciones disidentes de la Isla— de seguro Oswaldo Payá la ha sentido como en carne propia. El promotor del Proyecto Varela corrió igual suerte en marzo de 1999, cuando su nombre aparecía calificado de "cabecilla contrarrevolucionario" en un editorial del periódico Granma. Inmediatamente después era separado de una maestría en la alta casa de estudios habanera.

Cercanos a despedir 2002, mientras Castro celebra el éxito de su "Escuela Cubana de Intolerancia y Terrorismo Psicológico" en Guadalajara, uno a uno van cayendo al suelo del cuadrilátero los firmantes del Proyecto Varela, literalmente noqueados por la represión oficial. No son sólo estudiantes, sino cientos de trabajadores de varias regiones del país.

El Parlamento cubano, en vez de estudiarse el proyecto, lo ha entregado a la Seguridad del Estado para que, nombre por nombre, crezca la lista negra. Al ex alumno Roger Rubio Lima, una de las víctimas más recientes del terrorismo revolucionario, la vida le ha deparado tempranamente un encontronazo del que demorará en recuperarse. "Ha sido un vuelco muy duro, que nunca imaginé, y mi futuro es incierto. Dios me ha mostrado el valor de la libertad, y mi familia y amigos me dan fuerza para enfrentar la dura prueba que hoy enfrento". Desde la Colina, nuestra mil veces generosa Alma Mater ya no le extiende los brazos.

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