Lunes, 13 enero 2003 Año IV. Edición 532 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Día de Reyes

Pese a las dificultades económicas y la ruptura de la tradición, en la Isla vuelve a hablarse de Melchor, Gaspar y Baltasar.
por ADOLFO FERNáNDEZ SAíNZ, La Habana  
Niños
La Habana. Sin juguetes para todos

Una de las fechas tradicionales más populares del calendario nacional pasó como un día cualquiera para las grandes mayorías. Los niños, a quienes está dedicado especialmente el Día de los Reyes Magos, se fueron a la escuela como cualquier lunes. Sus maestros tuvieron expresamente prohibido mencionar la festividad. La prensa, la radio y la televisión, ni por asomo. Pero por mucho que los medios oficiales tengan como política no referirse al tema, aun en medio de circunstancias muy difíciles para la familia cubana la tradición está renaciendo.

De nuevo se va haciendo costumbre comprar juguetes para los niños y regalárselos el Día de Reyes. En la pasada semana las tiendas que los venden estuvieron abarrotadas de público. Desde imitaciones de computadoras —a 50 dólares— para los más afortunados hasta muñequitas Barbie de sólo 1.30 USD (unos 40 pesos, moneda nacional). Hubo oportunidades para todos los bolsillos excepto para los de la mayoría del pueblo, que gana un salario medio mensual de 250 pesos (unos 10 dólares).

No cabe duda: comprar un juguetico se convierte en prioridad en cuanto la familia tiene un respiro económico. Lo cual puede significar un gran sacrificio para los padres, incluso si tienen un solo hijo. El Estado no vendió juguetes en pesos cubanos, ni a precios subsidiados. Tampoco los artesanos privados. "El que quiera comprar juguetes tiene que 'morir' en la shopping", asegura una joven madre tras vivir la experiencia previa al Día de Reyes.

Pese a las dificultades económicas, a la ruptura de la tradición durante más de treinta años y a la mantenida conjura oficial, vuelve a hablarse de Melchor, Gaspar y Baltazar. El Gobierno comunista trató de cercenar de cuajo uno de los momentos más candorosos del almanaque hispanoamericano. Insistían los plumíferos al servicio del régimen de La Habana que era injusto que los Reyes Magos no trajeran juguetes para todos. Fue un crimen de lesa cultura.

La misma actitud de silencio se mantiene hoy, quizá por respeto a aquellos que son ateos y no quieren que sus hijos oigan hablar del niño Jesús.

El Estado no admite "nacimientos" en lugares públicos. Si hubiera comercios privados, cada cual los decoraría a su gusto y manera, pero todos son gubernamentales. La escena de Belén con el niño en el pesebre, la Sagrada Familia, los pastores y los Magos del Oriente aún no encuentra lugar en los predios estatales. Pero sigue tocando a su puerta.

Sólo se permiten arbolitos de Navidad, y si acaso algún Santa Claus, en lugares de mucha afluencia de extranjeros. En las oficinas de correos vendieron en dólares seis modelos distintos de tarjetas de felicitación que decían "Feliz Año Nuevo", pero ninguna que mencionara la palabra "Navidad". En las tiendas estatales que venden en moneda nacional sólo se felicitó por el Año Nuevo y por un aniversario más del triunfo de la Revolución.

Antes, en la Cuba de los ricos y pobres, muy pocos padres dejaban pasar la ocasión de regalar algún juguete a sus hijos. Ahora no hay juguetes de centavos ni la situación económica permite mucho la caridad con los más pobres, como hacían antes las iglesias. Por otra parte, podría parecer a los que no conocieron la historia anterior que se está produciendo la gran venta de juguetes en la capital. En el complejo comercial de la avenida de Carlos III se abrió una tienda sólo con ese fin. Pero tampoco son muchas las tiendas dolarizadas. A manera de comparación, una sola calle de La Habana de hace 40 años —San Rafael— vendía más juguetes en un solo día de víspera de Reyes que todos los actuales establecimientos juntos en la estación de Navidad. Cuba vuelve a ser la de los que tienen y los que no, y los que no son la inmensa mayoría.

Tampoco ha renacido aún, en pleno vigor, la magia de la leyenda. Los padres que pudieron compraron juguetes, pero muchos sin saber muy bien por qué. Falta información, sobre todo para quienes pasaron su infancia durante los más de treinta años que duró la prohibición. Algunos pueden estar participando en el regalo de juguetes por puro mimetismo, por no quedarse atrás. Pero no todos conocen la historia del Cristo nacido de mujer, puesto en un pesebre de Belén, al que algunos magos del Oriente reconocieron como Rey del Universo.


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