Lunes, 04 noviembre 2002 Año III. Edición 486 IMAGENES PORTADA
Sociedad
La ética utilitarista y racista de José Antonio Saco

por DIMAS CASTELLANOS, La Habana  
Barbería
Barbería del Vedado, La Habana (C. Piza)

Un lector de Encuentro en la Red, Javier Figueroa, envió una nota a la redacción donde planteaba que el autor de Un renovador irreverente —artículo sobre José Antonio Saco publicado el pasado 26 de septiembre— no mencionó que el ilustre reformista era también un racista empedernido.

El objetivo principal del artículo citado, en ocasión del 133 aniversario de la muerte de Saco, era llamar la atención sobre una obra que constituye inapreciable fuente de conocimiento para comprender el presente y tratar de enderezar el rumbo de nuestra historia hacia el mañana. Por razones de espacio, varios aspectos importantes no fueron tenidos en cuenta, entre ellos su conducta racista, la cual podría tratar próximamente con la profundidad que merece el tema. De cualquier manera, hay que agradecer al atento lector la oportunidad de adelantar algunas ideas al respecto.

El racismo es un problema irresuelto en la Isla y uno de los obstáculos en la conformación plena de la nación, es decir, de la adquisición de conciencia de pertenencia e identidad de origen y destino comunes por encima de los elementos diferenciadores; propósito inalcanzable sin plena integración. En Cuba los negros que fueron a la guerra con José Martí se convirtieron en héroes, pero llegaron a la República como lo que habían sido antes: "negros". La respuesta al alzamiento de los Independientes de Color en 1912, como en épocas anteriores, fue la masacre, lo cual impidió que culminara la conformación de nuestra nacionalidad.

La historia del problema racial en Cuba se agudizó a partir del establecimiento de la trata libre de esclavos, en 1789. Este logro del representante de la sacarocracia criolla, Arango y Parreño, se une a la Representación de la Ciudad de La Habana a las Cortes Españolas, un famoso documento —que refleja la crisis de valores de los hacendados criollos— en el que se defiende el valor absoluto del dinero y se desprecian las instituciones liberales surgidas en España a raíz de la deposición de Fernando VII. Al decir de Moreno Fraginals, su idea consistía en el azúcar y el café por encima de todo: el sacrificio de la nación a la plantación. "Antes, Señor —decía el documento—, es pensar en la esclavitud política de esas regiones que en la esclavitud civil; antes en los españoles que en los africanos".

En la etapa reformista de 1830 a 1837, José Antonio Saco emergió como la figura política de mayor estatura. A diferencia de Arango y Parreño, se proponía eliminar la trata y conservar la esclavitud. Defensor de la ética utilitarista de la clase que representaba, sus razones económicas e ideológicas eran ajenas a los compromisos morales basados en la igualdad humana. Saco, alumno del padre Félix Varela, difería de éste en que la ética vareliana, cristiana y emancipadora, no excluía a los negros de la idea de nación; así, sostenía la inferioridad del negro, no lo consideraba cubano y lo excluía de la Cuba blanca que defendía, manifestándose sin ambages como racista.

Saco era enemigo de la trata y partidario de conservar la esclavitud hasta tanto pudiera eliminarse sin afectar los intereses de los hacendados. No era antiesclavista, sino antitratista y antinegro. Su idea era cortar el ingreso de africanos, expulsar a los negros libres y promover la migración europea para blanquear la Isla. Se trata del mismo Saco que reclamaba instituciones liberales para la Isla y libertades para los hacendados criollos como fundamento del progreso económico; el mismo representante de la emergente nacionalidad, el luchador reformista e irreverente ante las autoridades peninsulares; el mismo que Tacón desterró de Cuba porque no podía permitir una Academia Cubana que compitiera con la Academia Española de la Lengua. Era un hombre excepcional y contradictorio. No era perfecto, sino humano.

Saco no fue el único racista de nuestros próceres. Representó intereses económicos que lo llevaron a situarse por encima de la ética que propugnaba la igualdad y la dignidad de los seres humanos más allá de cualquier diferencia. Hombres como Manuel Sanguily, por sólo citar uno, afirmaban que la independencia había sido obra exclusiva de blancos y que los negros fueron llevados a ella. De esta forma desconocía los intereses propios que movieron a los negros a luchar por la independencia en busca de reformas sociales, participación y condiciones de igualdad.

Desgraciadamente, la Colonia no tenía interés en solucionar el problema del negro. La República reconoció el problema y permitió el asociacionismo y el debate público, pero no lo acompañó de medidas institucionales. La Revolución, por su parte, tomó las medidas educacionales e institucionales, pero desmontó la sociedad civil y sus correspondientes derechos. En fin, que de Saco hacia acá el problema del negro ha adolecido del tratamiento integral que requiere un fenómeno de tal grado de complejidad.

_____r e f e r e n c i a s_____

1. Un renovador irreverente
[http://arch.cubaencuentro.com/sociedad/2002/10/31/9982.html]


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