Lunes, 04 noviembre 2002 Año III. Edición 486 IMAGENES PORTADA
Sociedad
La moral de la sobrevivencia

El empeoramiento del transporte público y su reflejo en los medios de difusión nacionales.
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana  
La Habana. 'Camello'
La Habana. 'Camello'

A las innumerables vicisitudes cotidianas de los cubanos se ha sumado un empeoramiento del transporte público por encima de lo habitual. Como de costumbre, la información oficial ha sido sustituida por la evidencia diaria de los hechos y el comentario callejero acerca de las visibles aglomeraciones en agencias de pasajes, terminales de transporte, paradas de ómnibus y del tropel detrás de cualquier automóvil con la esperanza de avanzar un poco en la dirección deseada.

El impacto negativo del transporte en la vida diaria —sobre todo en la capital— data de muchos años atrás y cualquier restricción genera inimaginables alteraciones. La causa última parece estar relacionada con el tema del combustible: aumento de los precios, dificultades de pago y alteraciones sufridas con el suministro de crudo venezolano.

A manera de confirmación, los medios de difusión oficiales han comenzado a plantear la necesidad de la colaboración de las empresas estatales que poseen ómnibus, y otros medios, en el transporte de la población. En esa dirección, el semanario Trabajadores publicó el pasado 7 de octubre un reporte del periodista Gabino Manguela Díaz, titulado Violación sobre ruedas.

En 1996, por razones similares y en busca de alternativas al empeoramiento del transporte público, el Ministerio de Finanzas y Precios emitió la Resolución número 11, regulando el uso de ómnibus arrendados o pertenecientes a entidades estatales para recoger y trasladar, en diferentes puntos, personas ajenas a la institución. Desde ese momento —como ocurre en todos los sectores de la economía—, ante la prohibición para el desarrollo de iniciativas particulares, los trabajadores optaron por la variante más sencilla, la "estaticular", consistente en que el combustible, el ómnibus y su mantenimiento, corran por el Estado, y casi todas las utilidades vayan al bolsillo del particular.

El hecho, harto conocido, causado por la insuficiencia de los salarios y santificado por la moral de sobrevivencia generalizada en la población, ha sido redescubierto por nuestro periodista. Según el reporte, "en su mayoría los ómnibus deben cobrar sólo 40 centavos, todos deben poseer alcancía y cuando cobran un peso están obligados a entregar un ticket": algo que está dispuesto hace mucho tiempo, pero en Cuba existe una diferencia crucial, y un total divorcio, entre disposición y realidad.

En el artículo, el reportero añora a "los amarillos" —desaparecidos inspectores de transporte que vestidos con uniformes de ese color obligaban a los transportistas estatales a trasladar personas en autos, ómnibus y camiones—. Sin explicar las causas de su extinción, nos dice que "a partir de ahí cobró fuerza la indisciplina de algunos choferes... Ahora pocos paran, pocos tienen alcancía, casi ninguno entrega ticket. Muchos cobran un peso cuando su tarifa estipula 40 centavos, entre otras infracciones graves". ¿A dónde va ese dinero?, se pregunta Gabino. Pues, sencillamente, a cubrir las tres cuartas partes de las necesidades no cubiertas por los salarios estatales.

Nada le sugirió al periodista de Trabajadores el hecho de que, en el momento en que se hacía una inspección, algunos pasajeros listos a abordar el ómnibus increparan a los inspectores, "pues consideraban que no importaban las violaciones mientras el chofer parara". Eso se llama moral de sobrevivencia generalizada, cuya causa principal está en la incapacidad del Estado para enfrentar por sí sólo los serios problemas que aquejan a la población (incapacitada, por otra parte, de participar en la solución). Hecho que debe mover a la reflexión.

La prensa, aunque sea oficialista, no puede cerrar los ojos ante esta realidad y limitarse a describir lo ya conocido. Hay que indagar en las causas y sugerir soluciones. La pregunta es: Ante la escasez de combustible, el fracaso del sistema de inspectores, la insuficiencia de las resoluciones ministeriales, ¿qué se propone? Las violaciones en Cuba se producen lo mismo sobre ruedas que por cualquier otro medio de deslizamiento, y la vida ha demostrado, a un lado, lo inútil de la lucha contra las irregularidades si no se acompaña de otras medidas; al otro, la eficiencia del servicio que prestan los pocos choferes particulares existentes —con autos que alcanzan hasta 70 años de explotación—, a pesar de ser víctimas de grandes restricciones, altos impuestos y constantes inspecciones.

¿Por qué no se habla de eso y de otras experiencias foráneas? ¿No piensa Gabino que una reforma de la propiedad, la creación de empresas privadas y cooperativas de transporte, el derecho de los cubanos a ser empresarios en su propio país —derecho concedido a los extranjeros— no sería un intento válido para la solución del crítico problema del transporte en la Isla?


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