Jueves, 31 octubre 2002 Año III. Edición 484 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Un renovador irreverente

Se cumplen 123 años de la muerte de José Antonio Saco, figura cumbre del movimiento liberal reformista de 1830.
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana  

La historia es un proceso continuo de interrelaciones sociales: el pasado, de una u otra forma, está contenido en el presente. En este sentido el ayer es una inapreciable fuente de discernimiento para el hoy y el mañana, y es válido todo intento por conocer, de la manera más cabal posible, la pertenencia social, la época, la geografía, las relaciones internacionales y los intereses que representaron algunas figuras claves de nuestro peculiar proceso histórico.

José Antonio Saco, un grande de nuestra historia política, económica y social, murió en Barcelona, pobre y desterrado, un 26 de septiembre de 1879, hace exactamente 123 años. Alumno eminente del Padre Félix Varela, contrario a la anexión, ejerció una brillante actividad académica durante sus años de destierro; fundador y colaborador en los Estados Unidos del Mensajero semanal, y director de la Revista Bimestre Cubana, vehículo ideológico de su clase social, legó una copiosa colección de ensayos, entre los que se encuentran dos premios de la Sociedad Económica de Amigos del País: Memorias sobre los caminos de la Isla de Cuba y Memorias sobre la vagancia en la Isla. También fue autor del libro de física en castellano más avanzado de la época.

Le correspondió a Saco vivir el período en que la naciente nacionalidad cubana se manifestaba con fuerza en la economía y la política. Es el momento en que Cuba irrumpe como primer productor mundial de azúcar y tabaco y se aceleran las diferencias entre las fuerzas sociales criollas y peninsulares y entre colonia y metrópoli. Al decir de Moreno Fraginals, en ese momento del gran boom azucarero la metrópoli "no aportó el transporte marítimo requerido, ni la capacidad refinadora, ni el mercado interno, ni la red de comercialización internacional, ni el saber plantador, ni tecnología productiva, ni el equipamiento industrial". Todo ello fue un triunfo económico y cultural netamente criollo.

Es también el momento en que surgen instituciones como el Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio y la Sociedad Económica de Amigos del País, gracias a las cuales se fomentan las ideas modernas en todos los campos de la actividad insular, los hacendados cubanos se expresan en términos burgueses, introducen la novísima tecnología del vapor y se hacen obsoletas las formas institucionales administrativas y jurídicas de la colonia. Alrededor de los vertiginosos cambios que permitieron a los hacendados criollos imponer las reglas del juego a los Capitanes Generales y ejercer de manera efectiva el gobierno de Cuba, Saco, intelectual integral, docente, político, orador y escritor, emerge como la figura política de mayor alcance teórico y conceptual del movimiento liberal reformista de 1830.

Para esos criollos, a diferencia del resto de la región, la independencia de España no estaba a la orden del día. El escenario elegido fue el de las reformas políticas y económicas en las Cortes españolas. El giro de los acontecimientos políticos en la península jugó una mala pasada a los reformistas cubanos. Miguel de Tacón, que había sido derrotado en las guerras independentistas de América, fue nombrado gobernador de Cuba. Apoyado en las "Facultades Omnímodas" tenía el objetivo expreso de hacer retroceder las reformas y detener los avances de la clase criolla.

Una de las primeras acciones del nuevo gobernador fue desterrar a Saco, dando inicio a una lucha institucional que se extendió hasta el campo de la simbología. Ejemplo de ello fue la construcción de la conocida Fuente de la India, respuesta criolla a la pequeña y bella fuente que Tacón hizo montar sobre cuatro leones —símbolo de la heráldica peninsular—. Pero sin dudas el golpe de gracia a esa etapa del reformismo resultó la anulación definitiva del nombramiento de los delegados cubanos a las Cortes, entre los cuales estaba Saco, que había resultado electo por Santiago de Cuba.

Su discurso directo e irreverente puede constatarse en la epístola enviada al Ministro de Ultramar, Manuel Seijas Lozano, en marzo de 1865, refutando los discursos pronunciados por éste en las Cortes españolas: "... pero esta franca confesión que V. E. hace de su incapacidad para desempeñar el ministerio de Ultramar, si bien honra al caballero, no exime por cierto al ministro de la más grave responsabilidad. Si V. E. reconoce que no entiende de negocios de Ultramar, ¿por qué aceptó ese ministerio? ¿No será responsable V. E. de cuantos males puedan sobrevenir a la nación con las desatinadas medidas que necesariamente ha de dictar en materias que no están a su alcance?".

Honor a quien honor merece. José Antonio Saco nos transmitió una colección de escritos publicados e inéditos que contienen ideas claves aún vigentes, bien por la trascendencia de las mismas, bien porque todavía están pendientes de realización.


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