Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Opinión
¿Dónde está el poder?

Han sido elegidos los diputados a la Asamblea Nacional y a las Asambleas Provinciales del Poder Popular en Cuba... ¿Y qué?
por ADOLFO FERNáNDEZ SAíNZ, La Habana Parte 2 / 2

¿Por qué entonces acude la población a las urnas a razón del 90% o más —97,61% del total con derecho al voto en estos últimos comicios, según datos gubernamentales (sólo los incondicionales al Gobierno tienen acceso al recuento de los votos)— sin que oficialmente sea obligatorio votar?

La población vota por abulia, sin interés, sabiendo que los comicios no pueden cambiar sus condiciones de vida. Acude a votar porque de no hacerlo estaría asumiendo una posición de franco enfrentamiento al régimen. Y esa posición ha de asumirla pública e individualmente, no en secreto. La gente vota aunque desprecie el sistema oficial porque asumir esa responsabilidad entraña un sacrificio enorme, al que no le ve resultado inmediato.

Por otra parte, el delegado de circunscripción puede ser, incluso, una excelente persona, activo, cumplidor, nacido y criado en ese barrio y sensibilizado con los problemas de sus vecinos. Él (o ella) puede hacer gestiones con el Gobierno Central para que le asignen recursos (para combatir el alcoholismo y reparar los baches), pero es el Partido Comunista el que determina prioridades cuando lo tiene a bien y según su propio plan, no porque lo pida el delegado.

Ello debe quedar muy claro, y ningún delegado ha renunciado, que se conozca, por no haber podido solucionar los problemas más acuciantes (deterioro de la vivienda, falta de empleos, crisis del transporte, escasez de alimentos, falta de correspondencia entre salarios y precios...).

Puede que en la comunidad surja un problema: el bodeguero se está robando los víveres de los consumidores o hay una vivienda en disputa. La delegada diligente hace sus gestiones y soluciona los problemas, pero esos son los límites permisibles.

Si alguien se equivoca, sin embargo, y cree que postulándose para delegado puede hacer algo —no ya por el país, sino por su comunidad— le espera lo siguiente: la circunscripción que eligió al delegado que le está dando problemas al Gobierno es la que más apagones va a sufrir y la que menos recursos recibirá del nivel central. Y los propios vecinos, apoyados diligentemente por la Seguridad del Estado, pedirán cuentas a su representante.

Claro que los pioneros (los escolares) son los que cuidan las urnas y los colegios electorales, porque en ellos no se está dirimiendo quién va a gobernar el país. En Cuba rige Fidel Castro hace 43 años, mucho antes de que hubiera Poder Popular o Partido Comunista.

También están el mimetismo y la repetición, porque todo esto comenzó con cierto entusiasmo. La gente creyó al principio que el delegado elegido por el pueblo como representante directo de la circunscripción ante el Gobierno tendría al menos una cuota mínima de poder.

Si los candidatos no pueden hacer campaña política, en el paso anterior —la nominación de candidatos— tampoco se logra nada. ¿Podría nominarse a una persona contraria al Gobierno? Teóricamente sí, pero la nominación es en público. Alguien tiene que levantar la mano y proponer al disidente. Y, de inmediato, el compañero X "le saldría al paso", diciendo que la persona propuesta es un contrarrevolucionario, polarizando la asamblea de vecinos, enrareciendo el ambiente.

Si el que propuso es tan valiente como para mantener su postura, él también se convertirá en enemigo público, y los demás que lo apoyen ídem. Dentro del esquema de miedo predominante en Cuba —en el que todos saben la verdad pero no la denuncian—, es imposible proponer públicamente a un opositor. Se podría tratar de hacerlo en secreto, pero tarde o temprano quedaría clara la intención y sería enfrentada "la conspiración". Y se necesita una gran altura moral para correr tamaños riesgos.

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