Miércoles, 01 mayo 2002 Año III. Edición 356 IMAGENES PORTADA
Opinión
Rosas, gladiolos

¿La Habana no tiene otra opción que ridiculizarse a sí misma?
por ARMANDO AñEL, Madrid  
Presidentes
Toledo, Rodríguez, Lagos; Presidentes de Perú, Costa Rica
y Chile. Posición común hacia La Habana

La propuesta para que se verifique el estado de los derechos humanos en Cuba, dirigida a la Comisión de la ONU en Ginebra por 10 países latinoamericanos y Canadá, no es, según el presidente peruano Alejandro Toledo, una acto de censura, sino de solidaridad con La Habana. El texto invoca "con espíritu solidario a un país hermano para que avance en derechos humanos como ha cumplido en el área social", explicó el gobernante en rueda de prensa, finalizada la cumbre del Grupo de Río. Sin embargo, semejante apreciación no ha sido refrendada por el régimen cubano, que reaccionó con su ya monótona —y cada vez más hilarante— acritud.

Pasando por alto alguna que otra imprecisión (se afirma que el Gobierno de Fidel Castro ha cumplido en el "área social" mientras la mayor parte de la población cubana carece de asistencia médica adecuada —prosperan la escasez de medicamentos, la deficiente salubridad, el servicio a extranjeros en detrimento de los nacionales—, de una alimentación acorde con los parámetros establecidos por la ONU —la nación no tiene acceso estable "a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una alimentación apropiada y con el derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre", según la Resolución de la Comisión de Derechos Humanos 2000/10, una "prebenda" que en Cuba, por añadidura, sólo puede otorgar el Estado—, de una educación libre del corsé ideológico y gratuita en sus primeros niveles —"los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos", según el artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero en la Isla, donde los alumnos pagan sus estudios trabajando las tierras estatales, ello es impracticable—, etcétera), llama la atención el lenguaje, entre condescendiente y sardónico, que emplea Toledo. Más si se tiene en cuenta el griterío con que el régimen ha fustigado tal gimnasia diplomática.

Luego de "arreglar" los sucesos de la embajada azteca en La Habana, de su retirada de Monterrey, de su campaña contra el canciller mexicano, de sus diatribas a los gobiernos argentino, costarricense, uruguayo, etc., de sus, en fin, cada vez más patéticas baladronadas, Castro ha desembocado en un callejón sin salida desde el cual "ofrece" dos opciones a la opinión pública internacional: las de la indiferencia o la burla. Algunos jefes de Estado, medios de prensa e intelectuales han decidido optar por lo segundo, habida cuenta del irresistible costado humorístico que los últimos coletazos del dinosaurio cubano dejan al descubierto. Cuando el presidente uruguayo Jorge Batlle dijo a Televisa que al salir de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Financiamiento para el Desarrollo Castro había hecho "un show de viejo", no estaba sino reflejando una opinión mayoritaria. "Estamos los dos viejísimos, yo tengo 74 (años), él también, que no embrome", protestó el mandatario, y no le faltaba razón. Sólo que el tono empleado y las palabras seleccionadas traen a colación una realidad impensable diez años atrás: el Primer Secretario del Comité Central del Partido (comunista), Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias ya no da miedo. Da risa.

Las varias estrías de la diplomacia fidelista convergen en ese punto fatídico en el que la política deja de ser dialéctica para hacerse chapucería, en esa suerte de perpetua payasada que, al referirse a sus gobernantes, la gente simple en la Isla identifica con una frase rasa, y por lo mismo terrible: "qué manera de hablar mierda". Para la oligarquía cubana, la propuesta presentada ante la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas por Uruguay es "una patraña fabricada por Estados Unidos", que ocupará el "desván de asuntos inservibles e ignominiosos". "Con un lenguaje almibarado y dulzón, en apariencia, se pretende crear un mecanismo de monitoreo a Cuba y mantener a Cuba en la agenda de la Comisión el año que viene, con el solo objetivo de que EE UU justifique el bloqueo", protesta el castrismo, que calificó de "lamebotas de los yanquis", de "serviles" y "genuflexos" a quienes secundaron el texto. La respuesta de los agraviados no se ha hecho esperar: a cambio de tanta hez, cuantiosísimas flores.

Para Batlle —convaleciente de Felipe Pérez Roque— la posición del régimen de Fidel Castro, en lo que se refiere al embargo de EE UU, resulta insostenible. "El bloqueo significa que lo que el Gobierno de Cuba aspira es a poder comerciar con Estados Unidos", dijo recientemente, para a continuación rematar: "Para el Gobierno de Cuba, Estados Unidos representa el mal. No veo para qué se quiere comerciar con el mal cuando se puede comerciar con el resto del mundo". Una lógica apabullante que —más vale tarde que nunca— comienzan tímidamente a suscribir sus colegas latinoamericanos, quienes, por si fuera poco, han aprendido a contrarrestar la mierda arrojándole rosas, gladiolos.


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