Un legado intransferible |
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La pregunta es: ¿Serán capaces de reanimarse las instituciones del comunismo cubano tras la muerte de Fidel Castro? |
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por RAFAEL ROJAS |
Parte 1 / 3 |
Algún día Fidel Castro morirá y Cuba iniciará su singular transición a la democracia. A juzgar por las reacciones al desmayo del 23 de junio, el gobierno sucesor probablemente estará formado por Raúl Castro, político autoritario y pragmático con un sólido liderazgo en las Fuerzas Armadas y el Partido Comunista y simpatizante del modelo chino, y por dirigentes menos viejos o más jóvenes, de acendrado fidelismo, como Ricardo Alarcón, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, los cuales garantizarían las dos facetas ineludibles de un régimen postotalitario: la tecnocrática y la populista.
Cualquiera que sea su composición, ese gabinete sucesor gobernará algunos años en nombre de Fidel Castro. Pero debajo de las invocaciones al caudillo desaparecido, las reglas de la política cubana ya nunca serán las mismas. Raúl Castro, una suerte de Sancho que haría avanzar las reformas económicas hasta el punto que repugnaba a su quijotesco hermano —la legalización de las pequeñas y medianas empresas privadas— y que mantendría un férreo control político y migratorio del país, encabezará un gobierno más institucional que el fidelista, más respetuoso de la autoridad del Partido Comunista, de la Asamblea Nacional y de los Consejos de Estado y de Ministros. Tan sólo este giro hacia un poder más racional, desplazará el eje de la autoridad política de la persona de Castro a un criterio más o menos colegiado, propiciando la flexibilización de esas instituciones.
La razón de esta hipótesis no es meramente profética. Imaginar el postcastrismo es, en buena medida, preguntarnos cuál es el legado de Fidel Castro, entre otras cosas, para diferenciarlo de la herencia de la Revolución. Y he ahí que nos topamos con un político que no deja una doctrina de su régimen ni una ingeniería constitucional propia ni un pensamiento social organizado. A diferencia de grandes líderes comunistas como Lenin, Stalin o Mao, y a semejanza de ciertos caudillos hispanoamericanos como Porfirio Díaz, Rafael Leónidas Trujillo y Francisco Franco, lo que distingue a Fidel Castro no es la realización de ciertas ideas por medio de una dictadura, sino la utilización de cualquier idea en beneficio simbólico de su dictadura.
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