¿Hacia dónde va la educación? (II) |
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La actual revolución informática, tecnológica y científica, exige invertir en valores y en hombres y mujeres libres. |
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por MANUEL CUESTA MORúA |
Parte 1 / 2 |
En mi entrega anterior hacía énfasis en la cultura como ámbito de la comunicación, porque la educación, que es la que comunica sistemáticamente la cultura, funciona por un proceso acumulativo.
Si la ideología impide formar ese sedimento cultural, no habrá posibilidades de aprovechar los hábitos y habilidades que son necesarios para homogeneizar, respetando las identidades, la capacidad de las sociedades y los individuos en su búsqueda de las respuestas adecuables al desarrollo humano y al bienestar.
Fijémonos en aquellos sectores que no pueden responder a los menores cambios, sean económicos, sociales, políticos o de valores que se producen constantemente en cualquier sociedad: siempre carecen de los mínimos resortes que proporciona una buena educación que, insisto, equivale a una buena cultura.
Aún en los marcos de una enseñanza ideologizada, vemos hoy en Cuba los déficit culturales de una población que se supone ha sido bien educada.
Y estos déficit se profundizan por razones que tienen que ver con las técnicas educativas de los últimos 50 años que, con buena fortuna, vienen cambiando en las sociedades punteras.
¿Qué está sucediendo en ellas? Pues unas cuantas buenas cosas.
La educación de masas abandona, casi a empellones, su lugar y sus arrogancias a favor de una educación más individualizada. Después de todo, y como dijo Emilio Ichikawa hace creo más de diez años, la masa, aún cuando sea bien abultada, equivale aritméticamente a una sola opinión frente a la sola opinión mía. De manera que una masa de veinte individuos no estaría expresando veinte opiniones.
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