Toma de embajadas en Cuba: un tema recurrente |
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AFP/ El ingreso violento de personas en la embajada de México en Cuba abre este jueves una interrogante sobre si las autoridades les permitirán salir mediante una excepción a su política migratoria como lo hicieron en 1993, o si exigirán su entrega.
Desde 1980, cuando seis personas penetraron en la embajada de Perú en La Habana, también a bordo de un autobús que proyectaron contra la reja de entrada, el régimen de Castro aplicó una política de no acceder a presiones de este tipo y sólo conceder permiso de salida a las personas que realizan los trámites ordinarios.
El incidente de la embajada de Perú, en el cual murió un policía, llevó a las autoridades a retirar la custodia policial de esa sede, en la cual penetraron 10.000 personas en los días subsiguientes.
El gobierno estadounidense del ex presidente James Carter manifestó entonces su disposición a acoger a los cubanos refugiados, lo que dio pie a la apertura del puente marítimo del Mariel, por el cual emigraron 128.000 ciudadanos.
En julio-agosto de 1990, medio centenar de personas entraron en las embajadas de España, Checoslovaquia, Bélgica, Italia, Canadá y Suiza, creando lo que se denominó "la crisis de las embajadas". El régimen de La Habana se mantuvo inflexible en su posición de no autorizar esas salidas y dio garantías a los ciudadanos para el retorno a sus hogares, quienes fueron poco a poco deponiendo su actitud. En cada uno de estos casos, el régimen introduce agentes encubiertos con intenciones de manipular la situación, cosa muy probable en el incidente actual.
Tres años después, en septiembre de 1993, once personas (cuatro mujeres, seis hombres y un niño) entraron a la embajada de México en La Habana con el pretexto de realizar trámites migratorios, negándose a salir después.
Un mes antes, en agosto, México había repatriado a Cuba a un grupo de emigrantes ilegales que naufragó cerca de ese país. Pero tras algunas negociaciones con La Habana y con carácter excepcional, los náufragos regresaron a México por petición de las autoridades de ese país, para después viajar a Estados Unidos.
Ese mismo carácter excepcional fue aplicado por el régimen de Castro a las 11 personas que se encontraban dentro de la embajada, a los que se les extendió los papeles migratorios y se les permitió abandonar la Isla por vía aérea.
"El Gobierno de Cuba accedió a cooperar con el Gobierno mexicano, en la búsqueda de una solución del problema creado por estas personas, que de forma desconsiderada y oportunista ultrajaron la hospitalidad mexicana", dijo una declaración de la cancillería cubana del 12 de septiembre de 1993.
Por su parte, la entonces embajadora de México en Cuba, Beatriz Paredes Rangel, dijo al diario oficialista Juventud Rebelde que "incidentes como éste no deben repetirse" y calificó de "excepción" la solución dada al caso.
En mayo-junio de 1994, unas 150 personas penetraron en las embajadas de Bélgica y Alemania, así como en el consulado de Chile en La Habana, las que regresaron a sus hogares tras una espera en que las autoridades del régimen no flexibilizaron su posición migratoria.
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