AFP/ Montevideo. El mosquito Aedes aegypti, transmisor de la enfermedad del dengue, es uno de los grandes protagonistas de la vida social latinoamericana de 2002, una pesadilla en Brasil y un inmenso dolor de cabeza en naciones como Cuba, El Salvador y Perú.

El Aedes aegypti fue declarado la semana pasada el enemigo público número uno de Perú, y su fotografía se exhibe como un bandido del Far West en la televisión y en pueblos de la amazonia, donde autoridades de Salud advierten sobre la peligrosidad de su presencia e intentan contener el contagio de la enfermedad.

Los avisos alertan acerca de los riesgos de almacenar agua sin la debida protección. La amenaza aumenta en las zonas urbanas o rurales de la amazonia, donde la temperatura promedio es de 35 grados, un clima excelente para la reproducción indiscriminada del temible zancudo.

Según datos oficiales, en lo que va del año se presentaron 2.000 casos de dengue clásico en Perú y algo más de medio centenar de infectados con dengue hemorrágico, que en ocasiones resulta mortal.

La alarma desatada por el mosquito se extiende a Brasil, donde en un solo Estado, el populoso Río de Janeiro, se registraron 44.000 casos de dengue en lo que va del año, 20 de ellos fatales. Los hospitales públicos de la región ven agotarse con desesperación sus reservas de sangre debido a la desmesurada demanda de transfusiones a causa del dengue, una necesidad que escaló un 2.000% en las últimas semanas.

La sombra del zancudo se vislumbra en las calles y se deja sentir sobremanera en las oficinas de la ciudad: según un sondeo el 10% de la fuerza laboral privada de Río de Janeiro ha debido ausentarse de sus lugares de trabajo a causa de la enfermedad. Los comerciantes dieron cuenta de un 30% de ausencias por la misma razón.

Una exitosa telenovela brasileña, O Clone, incorporó al mosquito a su elenco estelar, agregando las desventuras de este insecto en sus guiones cotidianos. Los estragos del dengue se filtraron en la novela cuando varios actores comenzaron a padecerlo en la vida real, borrando los límites entre la realidad social y la ficción romántica.

"Acostumbro incorporar a mis telenovelas lo que está ocurriendo y lo que están viviendo las personas", declaró al diario Folha de Sao Paulo la autora Gloria Pérez.

En Cuba la televisión sirvió de nexo para dar a conocer al dengue a una audiencia multitudinaria. Pero en lugar de una telenovela, los cubanos tuvieron en sus pantallas, durante cinco horas, a la especialista en epidemias Elia Rosa Lemus dando cuenta del desarrollo de la campaña contra el Aedes aegypti.

El 12 de enero Fidel Castro encomendó a unos 11.000 ciudadanos, dotados de equipos de fumigación, deshacerse de los voraces mosquitos. Las brigadas sanitarias, cuyos miembros se ataviaron de camisetas y gorras de color rojo, recorren los barrios para verificar la existencia de vertederos y el estado de los tanques de agua en casas y edificios, con el fin de erradicar eventuales focos de incubación.

De acuerdo con Lemus, hasta el comienzo de la campaña se habían reportado 53 casos en La Habana, en tanto en las últimas semanas el número descendió a dos, tras conocerse un pico de 110.

Dos años atrás, Castro envió médicos y enfermeras a El Salvador para moderar una epidemia que cobró 34 vidas. Y en ese mismo país centroamericano vuelve a sonar la alarma en los primeros meses de 2002. Ya se conocen 221 casos de dengue clásico y 26 de dengue hemorrágico, obligando esta semana a las autoridades de Salud a elevar el estado de alerta decretado cuando el mosquito regresó al país.

Además de fumigar viviendas y de eliminar dudosas reservas de agua —donde se crían los mosquitos— los inspectores de salud dieron 45.000 charlas y repartieron material educativo a casi 200.000 salvadoreños, buscando la colaboración de la gente en el combate contra el devastador enemigo.

Las personas que contraen el dengue padecen de fiebre alta, dolores de cabeza, dolores musculares y erupciones en la piel. Con la variante hemorrágica de la enfermedad, que a menudo resulta letal, sangran las encías, la boca, la nariz y el recto, pues el virus ataca los vasos sanguíneos y las mucosas.

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