| La renovación china |
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| La prensa oficial cubana escamoteó a sus lectores los aspectos esenciales de la sucesión política en el PCCh. |
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| por MIGUEL RIVERO, Lisboa |
Parte 2 / 2 |
Uno de los hechos relevantes de este Congreso es la salida de la escena política del presidente de la Asamblea Nacional, Li Peng, considerado "el carnicero de Tiananmen" porque fue él, cuando ocupaba el cargo de Primer Ministro, quien dio la orden de la entrada de los tanques para aplastar las manifestaciones estudiantiles pro democracia en la madrugada del 4 de junio de 1989. En esa ocasión, en La Habana hubo suspiros de alivio (posteriormente, en una entrevista con un periodista norteamericano, Castro justificó la utilización de los tanques porque, según él, los dirigentes chinos no disponían de los sofisticados medios de las democracias occidentales para disolver manifestaciones, con gases lacrimógenos, cañones de agua o balas de goma).
Lo cierto es que Jiang Zemin, de 76 años, controlará en gran medida el poder como presidente de la Comisión Militar Central, tal y como hizo su antecesor de la "segunda generación", Deng Xiaoping.
Pero Jiang es uno de los arquitectos de las grandes reformas económicas y el promotor de abrir las puertas del partido a los capitalistas, una medida política de gran trascendencia para el futuro y que muestra el pragmatismo de los "comunistas" chinos. Evidentemente, los empresarios y hombres de negocio, así como la floreciente clase media, requerían de un espacio. Se los ofrece el PCCh, para que de esa forma no tengan necesidad de formar una organización política, al menos por el momento.
No olvidemos que Jiang procede de la ciudad de Shanghai, que hoy registra un crecimiento anual de su economía del 16 por ciento, el doble de la media nacional, y es base principal del capitalismo chino.
El diario Granma se refirió a los principios de la Triple Representatividad, promovidos por Jiang Zemin, pero escamoteó a los lectores que cuando se refiere a "las fuerzas productivas avanzadas" se trata de los empresarios chinos, muchos de ellos ya millonarios.
Por supuesto, el diario comunista cubano no hizo referencia alguna a que se abandonó la definición del PCCh como "destacamento de avanzada del proletariado", para sustituirlo por una fórmula adaptada a la situación actual del país: "El partido es el núcleo dirigente de la causa del socialismo al estilo chino y, como tal, representa las exigencias del desarrollo de las fuerzas productivas avanzadas".
La brevedad de las informaciones publicadas en la prensa oficial de la Isla acerca del Congreso y los cambios en China, refleja claramente que La Habana ve cada vez con mayor preocupación la pérdida de un potencial aliado ideológico. El inmovilismo y la acumulación de poder en una sola persona siguen siendo el rasgo principal de la política cubana, en las antípodas de lo que sucede en el gigante asiático.
Al hacer un balance de estos últimos años, una agencia internacional de noticias citaba a historiadores chinos que aseguran que Jiang Zemin será recordado por "la apertura del PCCh a los empresarios, la distensión con Occidente, los espectaculares índices de crecimiento económico y por su perspectiva política como líder de transición".
En su momento, los historiadores cubanos de seguro recordarán a Fidel Castro como un personaje obsesionado por acaparar todo el poder, convertido en el principal obstáculo a las reformas políticas y económicas que Cuba tanto necesita.
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