Jueves, 21 noviembre 2002 Año III. Edición 499 IMAGENES PORTADA
Internacional
Caracas sitiada

La intervención gubernamental de la Policía Metropolitana da otra vuelta de tuerca al explosivo escenario venezolano.
por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas  
Caracas
Caracas. Manifestantes contra la intervención gubernamental
de la Policía Metropolitana

¿Quién es el enemigo? ¿Contra quién van a arremeter los soldados venezolanos y sus poderosas armas de combate? ¿Hasta cuándo estarán las tanquetas patrullando las calles? Son preguntas que se hacen los caraqueños, conmocionados por la militarización de su ciudad desde hace varios días.

El paisaje de Caracas parece el de una ciudad en guerra. En los últimos días se ha poblado de militares fuertemente armados, vehículos blindados y tanquetas. A la militarización de la ciudad se sumó la intervención de la Policía Metropolitana (PM) el fin de semana pasado. Estas órdenes directas del presidente Hugo Chávez subieron la temperatura del ya caldeado ambiente político del país.

La intervención militar de la PM, que agrupa a unos 9000 efectivos, se produjo de manera sorpresiva la madrugada del sábado pasado, cuando cientos de militares en vehículos blindados tomaron las principales comisarías de la capital.

El presidente venezolano justificó la intervención de la PM alegando razones de orden público, ya que un reducido grupo de uniformados llevaba más de un mes envuelto en un conflicto laboral. Muchos funcionarios policiales aseguran que la disputa fue sembrada por el Gobierno para retirarle el control de la policía al alcalde metropolitano Alfredo Peña, un acérrimo opositor de Chávez.

A la sociedad civil le preocupa que se establezca el precedente de la intervención de las policías en los municipios y Estados a cuya cabeza estén alcaldes y gobernadores contrarios a la revolución bolivariana. Un indicio de que podrían estar en lo cierto es que el nuevo director de la PM es el sargento retirado Gonzalo Sánchez Delgado, quien dirige a los círculos bolivarianos en la capital. Dicho agente fue juramentado el pasado 15 de agosto como líder de esos grupos violentos creados por el chavismo.

La respuesta de la oposición ha sido contundente. El pasado 19 de noviembre miles de manifestantes recorrieron las principales calles de Caracas hasta llegar a la sede de la Asamblea Nacional. Allí entregaron un documento de protesta por la intervención de la policía metropolitana y la militarización de la capital.

Como se ha hecho costumbre, pequeños círculos chavistas trataron de impedir con piedras y botellas la llegada de la marcha opositora al parlamento. La Guardia Nacional dispersó a los revoltosos con bombas lacrimógenas y custodió a una comisión de líderes opositores hasta las puertas de la Asamblea Nacional.

El recrudecimiento de la violencia tiene lugar en medio de las negociaciones auspiciadas por la Organización de Estados Americanos (OEA), que trata de buscar una salida electoral a la grave crisis venezolana. Los últimos acontecimientos son vistos por muchos analistas como intentos desesperados del Gobierno para que la oposición se levante de la mesa de negociaciones. A pocos le quedan dudas de que Chávez está evitando a toda costa medirse en el referéndum consultivo que impulsa la sociedad civil.

Son numerosos los intentos del Gobierno de sabotear la consulta popular. El Tribunal Supremo de Justicia y la Asamblea Nacional son presionados con fuerza para que torpedeen el referéndum. El presidente Chávez ha reiterado hasta el aburrimiento que la única vía para sacarlo del poder es mediante un referéndum revocatorio, que deberá esperar hasta agosto de 2003, una vez cumplida la primera mitad de su mandato.

Para la oposición, la solicitud de elecciones anticipadas no es negociable. El 4 de diciembre vence el plazo dado al Consejo Nacional Electoral para que tome una decisión sobre la celebración del referéndum consultivo. En caso contrario se activarían otros mecanismos, como el llamado a huelga general, sin dudas una salida mucho más costosa y traumática a la crisis venezolana.

Por ahora, y no se sabe hasta cuándo, los militares continúan patrullando las calles capitalinas. Las principales sedes de la PM permanecen custodiadas por soldados y vehículos blindados. La gente se pregunta si era necesario sacar a las calles esos poderosos equipos de guerra, que se utilizan en la vigilancia y el combate en la frontera venezolana. ¿Contra quién serán empleados? El acertijo provoca insomnio a muchos en Caracas. El consuelo es que el ruido de las armas tampoco deja dormir a Chávez.


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