Jueves, 21 noviembre 2002 Año III. Edición 499 IMAGENES PORTADA
Internacional
La violenta cosecha del chavismo

¿Está de acuerdo con solicitar al presidente que renuncie a su cargo? Ante el Consejo Nacional Electoral venezolano, dos millones de firmas contestan afirmativamente.
por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas  
Caracas
Caracas. Marcha opositora por un referéndum

La oposición venezolana entregó al Consejo Nacional Electoral (CNE), el pasado lunes 4 de noviembre, alrededor de dos millones de firmas que respaldan la convocatoria inmediata a un referéndum consultivo, como vía de presionar la salida de Hugo Chávez del poder. La entrega de las firmas se produjo en medio de violentos disturbios provocados por grupos chavistas resueltos a no dejar que los opositores llegaran a la sede del órgano electoral encargado de autenticar las rúbricas.

Bajo la consigna "Elecciones ya", una nutrida marcha opositora recorrió las principales avenidas de Caracas hasta llegar al CNE, con el fin de solicitar la consulta popular como salida a la grave crisis. El camión blindado cubierto con la bandera de Venezuela que transportó las firmas arribó escoltado por miles de opositores, a quienes la policía y la guardia nacional abrieron paso luego de dispersar con bombas lacrimógenas y disparos a los agresivos simpatizantes del Gobierno.

Los chavistas, algunos ondeando banderas cubanas, trataron de impedir que la oposición llegara hasta las puertas del CNE. La situación se agravó cuando encapuchados que portaban armas de fuego y barras metálicas lanzaron objetos contundentes y construyeron barricadas con neumáticos incendiados para detener el avance de la marcha opositora. El enfrentamiento de los chavistas con los cuerpos de seguridad dejó un saldo de 67 heridos, entre ellos nueve de bala.

La organización Primero Justicia y otros partidos de oposición recogieron alrededor de dos millones de firmas que solicitan un referéndum de acuerdo con el artículo 71 de la Constitución, que lo permite para "materias de especial trascendencia nacional". La papeleta de las firmas registra la pregunta: "¿Está usted de acuerdo con solicitar al presidente de la República, ciudadano Hugo Chávez Frías, que de manera inmediata renuncie voluntariamente a su cargo?".

La prioridad de los promotores del referéndum es lograr el efecto político de la consulta popular, de modo de obligar a Chávez a cumplir su promesa de renunciar al cargo si así se lo pide el pueblo. El 4 de diciembre se cumple el plazo que le otorgó la oposición al órgano electoral para que verifique las firmas y convoque al referéndum consultivo. En caso contrario, se llamará a huelga general indefinida, la última herramienta democrática prevista en la Constitución venezolana.

La Coordinadora Democrática —que agrupa a casi todos los partidos políticos, asociaciones civiles, sindicales y empresariales— demanda la renuncia del presidente venezolano, o que convoque a elecciones adelantadas, por considerar que su régimen busca imponer una dictadura semejante a la cubana. El presidente venezolano ha reiterado hasta la saciedad que no acepta la consulta popular. Lo único que admite es la convocatoria a un referéndum revocatorio, que no podrá realizarse hasta agosto de 2003, cumplida la primera mitad de su gestión.

Hugo Chávez enfrenta la creciente oposición en medio de una severa crisis económica y social, a la que se agrega una significativa pérdida de popularidad. Un estudio hecho por la empresa privada Datanálisis estimó el apoyo popular del mandatario, a mediados de este año, en menos del 30 por ciento. A comienzos de su mandato, en febrero de 1999, el gobernante contaba con un sólido respaldo, superior al 80 por ciento.

Las tensiones políticas, sociales y militares se agudizaron en Venezuela desde el 22 de octubre pasado, cuando 14 altos oficiales de la Fuerza Armada Nacional (FAN) se declararon en "desobediencia legítima" y convocaron a sus compañeros de armas a unírseles. Más de cien lo han hecho hasta ahora. Todos ellos se han presentado ante una multitud que se congregó desde entonces, día y noche, en la Plaza Altamira de Caracas.

La crisis venezolana preocupa a la comunidad internacional. Desde el 28 octubre pasado Cesar Gaviria, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), comenzó una mediación entre el Gobierno y la oposición. El propósito es tratar de instalar una mesa de negociación entre las partes, cuya agenda incluye el debate de la ley electoral, el desarme de los civiles y la creación de una comisión de la verdad que esclarezca la matanza del 11 de abril en puente Llaguno.

Pese a los buenos oficios de Gaviria, reina el escepticismo en amplios sectores de la sociedad. La posición intransigente del Gobierno de Hugo Chávez y sus afectos no ayuda en la búsqueda de una salida pacífica a la honda crisis que sacude el país. Los próximos días serán decisivos para la democracia en Venezuela, cada día puesta en riesgo por la revolución bolivariana.

Por el momento, el centro de Caracas padece de violencia crónica, cosecha lógica de la siembra de odio y división del partido en el gobierno. Mientras, en la Plaza Altamira, la oposición continúa su apoyo a los militares, que dicen no abandonarán el sitio hasta que Chávez salga de Miraflores.


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