La Habana: ¿Ciudad o añoranza? |
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por LIZABEL MóNICA |
Parte 2 / 2 |
Derrumbe
Transitar de un lado a otro de la ciudad deja hambriento a cualquier
habanero. Voy por una pizza a Belascoain. Belascoain y Neptuno, en la acera del
hospital (única construcción de la zona, proyecto para el cuidado
de la salud de militares y "gente de arriba", aunque después
haya derivado/degradado a hospital al servicio público), en un quisquito
junto a... Un vacío, un enorme vacío en una calle principal llena
de antiguas cafeterías, edificios y tiendas en desuso. Un vacío
que deja ver el movimiento de las nubes y junto a éste las paredes
descubiertas del edificio contiguo. Húmedas paredes que por su aspecto
sombrío parecen esperar, como ancianas que reflexionan en el velorio de
una contemporánea, su turno de morir.
Desvío la vista hacia el centro de la calle para huir de las
construcciones y los tristes pensamientos. La céntrica avenida de
Belascoain está cerrada por cordones que desvían el tráfico
de la zona. ¿Qué pasó?
Los restos de un edificio son extraídos por el equipo encargado. Hubo
un derrumbe. Frente por frente a los escombros, en los soportales de Belascoain,
una familia hace uso de sus muebles como si aún estuvieran cobijados por
las paredes de una casa. Un joven sentado en un sillón; una mujer madura
en una silla; un corral y una niña de tres años dentro completan
la representación de una familia que cuenta con diez personas, entre
ellas otros dos niños, de cinco y siete años.
Pregunté más.
Estaban allí porque les habían asignado una casa en Cruz de
Piedra. Ellos se negaron a salir de la ciudad. Prefirieron quedarse en el portal
de Belascoain, bañarse en las casas de sus vecinos, comer en una fonda
del Estado. Quedarse aun en la condición de los desposeídos, de
los que ya no tienen siquiera restos; quedarse aunque fuera frente por frente al
vacío que es y está donde antes fueron y estuvieron ellos.
Vacío que sustituye lo que fue su pasado y es su presente, las
posibilidades de futuro. Vacío que sólo les deja como
posesión o identidad el recuerdo.
La nada se establece
Habrá otra ciudad, y permanecerán apenas los recuerdos de La
Habana de Lezama, o la de Labrador Ruiz, o la de Cabrera Infante. De La Habana
de Reinaldo Arenas —abro con un poeta que hizo narraciones; cierro con un
prosista que hizo poemas—. De la de ahora, la nuestra, lo que quedan son
rastros que van desapareciendo, asiéndose a la muerte, a los escombros. A
menos que huellas, a menos que recuerdos, puesto que un recuerdo que permanece
vivo demasiado tiempo, desintegrándose ante nuestros ojos, termina por
morir, abruptamente, pulverizándose, como nosotros terminamos por esperar
su muerte.
El cuerpo físico de la capital —o su remembranza, su
reinvención desesperada—, tan cercano que nos define, está
en sus últimos días. Convaleciente y cenizo. Seco. Queremos estar
cerca de él hasta el minuto final, será nuestra condición
hasta que desaparezca. Antes lo fue también, pero era una
condición de apoyo, de identidad, de refugio y de hogar. Ahora es una
condición de pérdida, de tiempo muerto, de espera, de
redefinición. Y también de escasez, de impotencia para mantener la
vida, de impotencia ante los poderes para los cuales somos víctimas sin
defensa.
Cuando ese recuerdo desaparezca, como estaríamos esperando—a
pesar de nuestra fidelidad delirante, que cada vez tenemos que exagerar
más para ocultarnos la desilusión inconfesable, el miedo
inconfesable al vacío—, respiraremos aliviados por la ausencia de
una imagen que fue demasiado intensa, una imagen de agonía que era
nuestra imagen, nuestra representación.
La Habana de Lezama ya no es la misma. La Habana no es la misma. Quedan sus
recuerdos. Pero las paredes de éstos hace mucho que son grises e
inseguras. La imagen risible y lastimosa de lo que ya no serán, la
certeza de la caída inmediata y definitiva de lo que ¿son?
Y entonces me asalta una duda: esa Habana que nos hacen admirar, que
admiramos y hacemos admirar, es de dudosa existencia. Es, claro está, un
simulacro... ¿Es que hay alguna Habana que pueda considerarse real, que
pueda agarrarse como una estructura sólida desde alguna nostálgica
o mitómana-fantasofrénica esquina? ¿Es que La Habana
existe?
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