Lunes, 18 noviembre 2002 Año III. Edición 496 IMAGENES PORTADA
Deporte
La revancha

La delegación deportiva cubana no asistirá a los Juegos Centroamericanos y del Caribe a celebrarse en El Salvador, pero... ¿por qué?
por IVáN GARCíA, La Habana  
Peña deportiva del Parque Central
La Habana. Peña deportiva del Parque Central

Como buen ajedrecista, esperó su oportunidad. Y fue al desquite.

Hace un par de años, en la Cumbre Iberoamericana efectuada en Panamá, Fidel Castro salió mal parado en un rife-rafe con el presidente salvadoreño Francisco Flores. Mirándolo a los ojos, éste le señaló que La Habana había llevado el terror y la muerte a su país durante la guerra civil salvadoreña de los años ochenta. Castro no perdonó la afrenta. Si alguna nación y su mandatario son vilipendiados por los medios de la Isla, esos son El Salvador y Francisco Flores.

Y ahora se desató el culebrón. El surrealismo de pintores como Marc Chagall o Salvador Dalí es juego de niños comparado con la bomba noticiosa que hizo estallar el Gobierno de Fidel Castro en la noche del pasado 26 de octubre.

Según una nota del Comité Olímpico cubano y del Instituto Nacional de Deportes (INDER), los deportistas cubanos no asistirán a los Juegos Centroamericanos y del Caribe programados para celebrarse del 23 de noviembre al 7 de diciembre en El Salvador. Los pretextos son pueriles y demenciales. Sin mostrar pruebas, la nota acusa al país centroamericano de ser el principal centro de operaciones de "la mafia terrorista de Miami", que en el lenguaje oficialista no es otra que la Fundación Nacional Cubano Americana.

En declaraciones fuera del contexto deportivo se alega que allí reside Luis Posada Carriles, actualmente detenido en Panamá y principal enemigo de Fidel Castro. Se abunda en detalles de la violencia social "sin precedentes" existente en El Salvador. Pero donde se desborda el surrealismo es en el supuesto plan que según La Habana ha preparado "uno de los grupos más virulentos de Miami", el cual, entre otras acciones, habría previsto el asesinato en suelo salvadoreño del presidente del Comité Olímpico cubano, José Ramón Fernández, durante la realización de los juegos.

Anonadados recibieron la noticia los fanáticos de la peña deportiva del Parque Central, en la capital de la Isla. "Esto es una locura, nada de lo que dice esa nota me parece sensato", señaló un obrero asiduo a dichas peñas.

Ciertamente, la truculenta nota es una sarta de argumentos absurdos. El trasfondo parece claro: Cuba no asiste a los Juegos Centroamericanos por temor a deserciones masivas de sus atletas y entrenadores. No parece lógico acusar a El Salvador de no ofrecer garantías de seguridad a los deportistas cubanos cuando allí Cuba tiene 28 técnicos en deporte laborando mediante convenios de colaboración, del mismo modo que los tiene en Guatemala, Honduras y otros países de Centroamérica y el Caribe.

Los Juegos Centroamericanos es la competencia más antigua de la región. Se desarrollan desde 1926 y la Antilla Grande ha asistido a todas sus versiones. La sede a El Salvador fue otorgada por votación de todos los miembros de los comités olímpicos de la zona.

Resulta inverosímil el argumento de que "mafiosos de Miami" vayan a golpear y secuestrar a atletas de la Isla. Se trata de un mal guión, digno de una película de tercera categoría de Hollywood, no de un Gobierno. No parece serio sacar a la luz una nota con tantas sandeces.

Todo indica a que la razón principal de la ausencia criolla es el temor a las deserciones. Y, de paso, se le devuelve a Flores la bofetada que propinó a Castro en Panamá. Cuba es la mayor potencia deportiva del área centroamericana y caribeña. Al no asistir, deja huérfana de estrellas la competencia, ya de por sí poco divulgada. Es una vendetta a lo Castro: "Tú me ofendiste y me atacaste públicamente y yo ahora te arruino tus juegos". Si no fuera tan dramático, parecería cosa de muchachos.

Ya en 1984, en el caso de Los Ángeles, y después en el de Seúl, en 1988, Cuba no asistió a las Olimpiadas por solidaridad con Moscú, primero, y más tarde por su amistad con el deplorable régimen de Corea del Norte.

Aquellas nefastas decisiones afectaron a deportistas cubanos. Por ejemplo, el tres veces campeón olímpico de boxeo, Teófilo Stevenson, se vio impedido de implantar el récord de conquistar su cuarto título olímpico.

Eso ocurrió en el siglo XX. Ahora, en el XXI, Fidel Castro vuelve a utilizar el deporte como baza política, y lanza un boicot a los Centroamericanos de El Salvador.

Cuba, sin duda, es un país atípico. Aquí lo normal es anormal, y viceversa. Por tanto, en general, la venenosa nota informativa no conmocionó demasiado a la gente. Quizá por costumbre. En la Isla el surrealismo se da en estado puro. Olvídense de Chagall.


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