Martes, 24 septiembre 2002 Año III. Edición 457 IMAGENES PORTADA
Deporte
Cuando sobran las palabras

El mejor béisbol del mundo juega al duro y sin guante: El Duque deberá aprender inglés o 'callar para siempre'.
por JORGE EBRO, Miami  
Duque
El Duque

Fue algo parecido a la fábula de la mariposa que mueve sus alas en el Pacífico y provoca una tormenta en el Atlántico, porque los Yankees de Nueva York nunca calibraron la oleada de críticas que levantaría una pequeña decisión, casi tomada al pasar.

Poco después de su regreso de la lista de inhabilitados, los Yankees le indicaron al lanzador cubano Orlando El Duque Hernández que debía prescindir de su traductor y que, en lo adelante, debería comunicarse sólo en inglés durante las casi diarias entrevistas que conceden los jugadores de Grandes Ligas.

Nada más se supo la noticia. La mayoría de los peloteros latinos de Grandes Ligas expresaron su malestar ante lo que consideraron un gesto discriminatorio, que iba más allá del simple hecho de procurar que el cubano aprendiese el idioma de Shakespeare. Para muchos, la decisión de la franquicia de Nueva York era una demostración de inconformidad por la pobre actuación de Hernández en la primera mitad de la temporada, así como por el tiempo perdido en la lista de lesionados.

Cada temporada que pasa, duélale a quien le duela, el béisbol de Grandes Ligas sucumbe un poco más hacia su aspecto financiero y los peloteros, a pesar de que ganan millones, son meras inversiones que deben justificar cuanto antes el dinero puesto en riesgo.

Y al parecer, los Yankees pensaron que El Duque no había cumplido con las expectativas puestas en él, que aunque veterano sigue siendo un puntal de su rotación abridora (especialmente ahora que Andy Pettitte también ha mostrado una salud quebrantable).

Los latinos, que llegan a casi el 25 por ciento del total de jugadores de Grandes Ligas —hace una década eran apenas un 8—, se hacen dos preguntas al respecto: ¿Por qué los Yankees toman esa decisión ahora y no lo hicieron hace cinco años, cuando Hernández llegó al corazón de los Mulos, y por qué no sucede lo mismo con los jugadores de origen asiático?

Los Yankees jamás le pidieron al cubano que aprendiera inglés cuando estaba en su mejor momento deportivo y los ayudó a conquistar varios anillos de campeones de la Serie Mundial. Hubiera sido una descortesía, y hasta sonaba algo exótico ese mulato estelar que precisaba de un intérprete para responder acerca de un talento que conquistaba Nueva York.

No por gusto, el compatriota de Hernández e integrante del Salón de la Fama, Tany Pérez, comentó que "si El Duque tuviese ahora mismo 15 victorias sin derrotas, nadie se preocuparía por cuestiones de idioma". Pero su relación de ganados y perdidos es de 5-2, y en la pasada temporada fue de 4-7.

Por otro lado, los peloteros latinos no pasan por alto la extrema condescendencia con que son tratados los japoneses y sudcoreanos, quienes tras el fenómeno de Ichiro Suzuki con los Marineros de Seattle se aprestan a seguir invadiendo los terrenos del mejor béisbol del mundo.

A todos sin excepción, sus respectivos clubes les pagan traductores, automóviles y viajes gratis de ida y vuelta al Lejano Oriente. Aunque no se duda de la calidad de los asiáticos, distan mucho del aporte de los cubanos, dominicanos, venezolanos y colombianos en la Gran Carpa, y se presume que detrás de tanta cortesía se esconde una gigantesca operación de marketing para aumentar la esfera de influencia de las Grandes Ligas.

Como otros cubanos —y ahí está el caso de Michael Tejera, quien se expresa en un inglés casi perfecto, cosa que es de mucho agrado para la prensa especializada de Estados Unidos—, El Duque no hizo estancia en Ligas Menores, donde los jugadores reciben una educación integral. Pasó directamente de la Isla a las Grandes Ligas y apenas tuvo tiempo para aclimatarse idiomáticamente hablando, aunque se acostumbró más rápido que nadie a la competencia de alto nivel. Además, el cubano ya tenía cerca de 30 años cuando puso un pie en Manhattan.

Los Yankees, por supuesto, al verificar las reacciones adversas han tratado de dar miles de justificaciones, y aunque no dieron marcha atrás en lo del traductor sí han dicho que El Duque podrá contar con todo el respaldo de la organización.

Sucede que en Estados Unidos a la palabra "discriminación" le tienen pánico. Todos se aprestan a cubrirla cada vez que asoma la cabeza.


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