Martes, 24 septiembre 2002 Año III. Edición 457 IMAGENES PORTADA
Deporte
El buen sabor de boca

La novena cubana ganó el campeonato mundial juvenil de béisbol celebrado en Canadá viniendo de abajo.
por IVáN GARCíA, La Habana  
Equipo
Campeones del Mundial Juvenil de Béisbol. Un equipo
'sin estrella', pero con garra

Fue un torneo de calidad extrema. Varias novenas como Estados Unidos, Canadá, China Taipei y Cuba tenían nivel de sobra para llevarse el título. Pero sólo a uno le sonrió la gloria: a Cuba.

En 1997 la Isla perdió su condición de campeón mundial. Y tanto en 1998 como en 2000 tuvo que conformarse con la tercera plaza.

Ciertamente, a este evento efectuado en Québec, Canadá, la novena del patio no asistió con un equipo repleto de estrellas en ciernes. La calidad individual del equipo que en 1982 ganó en Barquisimeto, Venezuela, y donde jugaban cinco de los más grandes peloteros cubanos de los últimos 40 años —Omar Linares, Orestes Kindelán, Antonio Pacheco, Javier Méndez y Lázaro Vargas—, ni por asomo la tenía esta selección. Incluso, le faltaba el poder de un equipo como el de hace un par de años y en el cual había vuelacercas que ya brillan en nuestro béisbol, como Pedro José Rodríguez y Kendry Morales.

Pero este equipo es de armas tomar. Lo que le falta en calidad le sobra en garra. Puede que ésta sea una de las mayores novenas en cuanto a juego colectivo. No quiere decir que no haya talentos: Alejandro Zuasnábar, Eliú Torres, Ernesto Molinet y Gerson Pacheco (sobrino de Antonio) pueden convertirse en jugadores de clase en el béisbol grande.

Ya se sabe que las dos grandes luminarias de este conjunto son Yuliezky Gourriel y el nuevo fenómeno Juan Carlos Linares. Los cubanos batearon muchos hits, fueron segundos en bateo colectivo con 400, pero no son jonroneros. Eso sí, salen al terreno a comerse la pelota.

Siete veces en el transcurso del campeonato estuvieron debajo en la pizarra y siete veces supieron remontar el marcador. Era un equipo que nunca se daba por vencido. Por tanto, su corona es bien merecida. Terminaron con 4 y 1, líderes de la llave B.

Su partido en la muerte súbita fue contra Australia. Perdían 6 a 4.

En el octavo empataron y en el noveno dejaron en el campo a los canguros. Luego, en el juego por el pase a la final jugaron contra el equipo de casa, Canadá. Y también, viniendo de abajo, los arrollaron 8 carreras por 5.

En el partido por el oro perdían 4 a 1 frente a un pitcher zurdo de China Taipei, que tenía un control cibernético y rectas de 92 millas. Pero apareció el cuarto bate, Juan Carlos Linares, con dos jonrones, y empató el pleito. Los asiáticos, ni cortos no perezosos, se fueron arriba 6 a 4, pero en el octavo y noveno acto los cubanos hicieron 5 carreras y vencieron 9 por 6. Victoria del diestro Dennis Suárez, mejor lanzador del equipo, quien relevó de perlas en tres innings con cuatro ponches.

A partir de la entrada de profesionales a los campeonatos de la IBA, los scouts le prestan sumo interés a los torneos juveniles y escolares. Éste de Canadá fue una pasarela para muchos de ellos. Adam Loewer, jardinero de Canadá y líder de bateo con 737, fue firmado por los Bravos de Atlanta.

A los cazatalentos le impresionaron los cubanos Juan Carlos Linares, Dennis Suárez y Yuliezky Gourriel. Pero el que encandiló sus miradas fue el estadounidense, natural de California, Delmon Young, hermano de un jugador de Grandes Ligas. Con sólo 16 años, Young conectó 9 jonrones. Mide 6,2 y pesa 205 libras. Todos ellos tienen un futuro prometedor.

El equipo nacional regresa a casa con un título que le era esquivo desde hace un lustro, y con un buen sabor en la boca. Estos chicos no se pavonean por sus nombres, pero salen a jugar béisbol con desbordada pasión.

Eso, por supuesto, agrada a los fanáticos de la Isla, aburridos de algunos astros que juegan como si fueran dandys. En ese aspecto, las estrellas del béisbol cubano deberían imitar a los campeones juveniles del mundo.


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