| El lenguaje de la libertad |
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| La palabra y el comportamiento libres son mucho más fuertes que el más poderoso ejército: Vaclav Havel se solidariza con la causa cubana en Miami. |
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| por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami |
Parte 1 / 2 |
Fue una elección personal de Vaclav Havel, presidente de la República Checa, la realización de este viaje a Miami. Una escala obligada de 48 horas para solidarizarse con el exilio cubano, alentar a los ex prisioneros políticos, reconocer a los disidentes en la Isla y sembrar una esperanza en la libertad aplazada por cuatro décadas de totalitarismo.
Tras un encuentro en Washington con el presidente George W. Bush y un tributo a las víctimas de los atentados terroristas en Nueva York, el legendario protagonista de la Revolución de Terciopelo de 1989, llegó a Miami como un fiel amigo que no quiere dejar duda alguna de sus afectos y compromisos.
Havel ha sido por años un ídolo de la disidencia cubana y de la comunidad exiliada. Su historia personal de joven enfrentado a los desmanes del comunismo en Checoslovaquia, dramaturgo irreverente, figura descollante durante la frustrada Primavera de Praga de 1968 y víctima de siete encierros por causas políticas, lo convirtió en una de los artífices de los valores democráticos del siglo XX. Durante estos años su alianza con la causa de los exiliados ha sido inequívoca, patrocinando en varias oportunidades las resoluciones de condena al régimen cubano ante la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en Ginebra.
"A todos aquellos que no han perdido la voluntad de oponerse a la arbitrariedad y la mentira, les deseo que se vean cumplidos sus sueños de libertad", dijo el lunes Havel en alusión a la disidencia interna en la Isla.
Ahora, próximo a cumplir 66 años y afectado de salud, Havel se dispone a dejar la presidencia de su país tras liderar exitosamente el tránsito del totalitarismo a la sociedad democrática y promover un proceso de reformas económicas que han situado a la República Checa a la vanguardia de los ex países socialistas de Europa del Este.
"Soy yo quien ha elegido La Florida y lo he hecho para saludar, desde aquí, a todos los cubanos, es decir, a todos los que viven aquí y también a los que tienen su casa en la Isla", declaró Havel durante su discurso en la Universidad Internacional de la Florida (FIU). La institución tenía previsto honrarlo con un Doctorado Honoris Causa, pero el mandatario prefirió que sus actividades en el recinto universitario se limitaran al discurso y a un posterior debate sobre derechos humanos para no desviar la atención del tema esencial de la visita.
Su intervención en FIU, ante una nutrida concurrencia de líderes políticos, personalidades académicas, activistas de la comunidad cubana y estudiantes, fue una pieza oratoria demoledora de lo que calificó como "uno de los instrumentos más diabólicos" del totalitarismo comunista: el lenguaje mentiroso de la utopía oficial.
"Cuando se ahonda la crisis interna del sistema totalitario hasta el punto en que es evidente para todos, y cuando un número cada vez mayor de personas logra emplear su propio lenguaje y rechazar el lenguaje charlatán y mentiroso del poder, la libertad se encuentra sorprendentemente cerca", reflexionó Havel.
Sus palabras concluyeron deseando que se le conceda el Premio Nóbel de la Paz al activista Oswaldo Payá Sardiñas, principal promotor del Proyecto Varela, y que esa distinción sirva para "reforzar el valor de todos los cubanos para resistir sin violencia a un régimen violento".
A continuación fue leído un mensaje enviado por Payá Sardiñas desde La Habana, para agradecer el gesto de Havel y su presencia en Miami en reconocimiento a "nuestra diáspora, que es un pedazo inseparable de nuestro sufrido pueblo".
Havel presentó la candidatura de Payá Sardiñas al Premio Nóbel de la Paz a comienzos de año, y ha comparado el Proyecto Varela con la iniciativa de Carta 77, un manifiesto firmado por unos 800 ciudadanos checos y que se considera precursor de los movimientos disidentes en los ex países socialistas de Europa.
El activista cubano señaló como síntoma favorable para futuros cambios que los ciudadanos de la Isla han comenzado a perder el miedo, base de sustentación del régimen totalitario. "El poder tiene miedo a que las personas no tengan miedo", manifestó Payá Sardiñas.
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