Lunes, 11 marzo 2002 Año III. Edición 319 IMAGENES PORTADA
Semblanzas
Mario Bauzá

El matrimonio del jazz con la música cubana tuvo un testigo. He aquí la semblanza de la boda.
por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA Parte 2 / 2

En 1942, los Afro-Cubans graban dieciséis canciones acompañando a uno de los cantantes cubanos más populares en los Estados Unidos, Miguelito Valdés. En el 43, Bauzá escribe Tanga, según Cristobal Díaz Ayala la primera fusión de ambas escuelas musicales. Tanga, palabra polisémica y trascendente —aunque en otra acepción—, era uno de los eufemismos utilizados por el habla popular cubana para denominar (u ocultar) a la marihuana. Pocos años después, Chano Pozo escribiría y grabaría con la orquesta de Gillespie su célebre Manteca, curiosamente otra forma de nombrar a esa controvertida plantica.

Poco a poco, Machito y sus Afro-Cubans se abren un espacio importante en el público hispano de New York y, simultáneamente, sus incursiones jazzísticas se hacen más frecuentes, con colaboraciones memorables, como las de Charlie Parker y Dizzy Gillespie. Todo estaba dispuesto para la entronización de ese nuevo género, o subgénero, o fusión, o como quiera que se desee llamar a lo que hoy se conoce con el anfibológico e ilógico cartel de latin jazz. Y Mario Bauzá, mucho menos conocido que Chano Pozo o que el propio Machito, fue uno de los que hizo más para conseguirlo.

Las aventuras del azar o, tal vez mejor, los caminos de los orishas, hacen de Bauzá, también, una especie de duende propiciador de grandes encuentros jazzísticos. Cuando tocaba con la orquesta de Chick Webb se hizo amigo de un jovencito conflictivo y pendenciero a quien, por su indisciplina, poco le duraban los trabajos a pesar de tratarse de un notable trompetista. Mario asumió el riesgo de recomendarlo a Calloway y poco tiempo después ese simpático gamberro protagonizaría, junto a Parker, Monk, Davis y otros grandes músicos, la mayor revolución que ha gozado el jazz: el bebop. Se trataba de Dizzy Gillespie, quien sentía una gran atracción por la percusión cubana. Chano Pozo llega a New York en 1947 y Gillespie estaba buscando un tamborero que dominara los secretos de la tumba y el bongó. La titulación de Chano no podía ser más adecuada: se había formado como rumbero mayor en los solares de Cayo Hueso, Los Sitios y otros barrios populares de La Habana. Y fue Bauzá, nuevamente, el que propició el fértil encuentro entre los dos ilustres pendencieros (Pozo moriría en una reyerta en Harlem, apenas un año después) que marcarían ese otro gran hito conocido como cubop.

Otro "descubrimiento" memorable: según Michel Camino, un día se presentó una joven cantante en busca de trabajo a una audición de la banda de Chick Webb, quien en ese momento se encontraba descansando. La chica fue escuchada por Mario Bauzá, quien tuvo que insistir mucho para que Webb le prestara atención. Cuando por fin se decidió, quedó sorprendido ante la jovencita y la contrató inmediatamente. Se trataba de Ella Fitzgerald, quien hizo su primera aparición dentro de un vestido de la esposa de Bauzá.

El recientemente fallecido Tito Puente reconoció en múltiples ocasiones su deuda con el cubano. En una entrevista afirmó: "...él fue el padre de la criatura [el jazz latino]. Mario decía que 'el matrimonio del jazz con la música cubana era la unión más linda de la música'. Y ahí está todo lo que hizo y la escuela que dejó. Tan sólo me considero un continuador de esa labor, un músico que ha seguido fielmente sus pasos para dar realce a sus ideas".

El proceso de acercamiento entre el jazz y la música cubana fue un camino en dos direcciones y aunque tuvo hitos muy importantes desde el punto de vista histórico, no siempre los resultados fueron verdaderos logros. Por ejemplo, en muchas de las grabaciones realizadas por Charlie Parker con el grupo de Machito no se siente una verdadera integración y, cuando comienzan los solos, pareciera que el Bird se va por sus propios caminos. Tampoco me parece tan enorme la grabación de Manteca con Gillespie y Chano Pozo. Mucho más significativa es la Tanga de Bauzá, aunque creo que, en un sentido general, la suave cadencia del danzón se presta más para fusionarse con el jazz que con géneros más marcadamente rítmicos como la rumba o el son.

Entre sus méritos está el haber ayudado a cuanto músico talentoso recurrió a él, sin importarle su nacionalidad. Personalidades como Paquito D'Rivera o Arturo Sandoval conocieron su generosidad.

Mario Bauzá murió el 11 de julio de 1993, mucho más conocido en los Estados Unidos que en Cuba. En New York fue un verdadero acontecimiento y las emisoras hispanas le dedicaron programas de hasta doce horas de duración. Como Lili Martínez o Ernesto Duarte fue uno de esos músicos que pertenecen de lleno a la historia, ya que los caminos que recorrió fueron transitados por muchos otros después y han llegado hasta nuestros días con todo su esplendor.

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