Danzones sinfónicos |
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Un género musical que todavía asimila aportaciones, tanto cubanas como mexicanas. |
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por CARLOS OLIVARES BARó |
Parte 1 / 2 |
El danzón nació en Matanzas un 1º de enero de 1879 con Las alturas de Simpson, composición del cornetinista Miguel Faílde (1852-1922). Han pasado 122 años y el género bailable, con tonalidades y registros provenientes de la contradanza y de la danza criolla, se sigue practicando en Cuba y en muchos países de Latinoamérica. Venezuela, Panamá, Colombia y Argentina (hay ciertos puntos de contacto con el tango) son algunos de los países donde se toca y se baila el danzón. México, sin embargo, lo presume como suyo: Veracruz, Mérida, Oaxaca, Morelia, Campeche, Guerrero y el D.F. son plazas abiertas donde los compases del "dos por cuatro" se saborean con entusiasmo y amor.
Los portales del centro del puerto de Veracruz (un lugar con elementos arquitectónicos y geográficos que recuerdan a Matanzas) se llenan los fines de semana de parejas que hacen gala de ingeniosas coreografías danzoneras, en una suerte de galope lento y elegante, respuesta a percusiones y silbidos de clarinetes y flauta consumados en murmullos de violines. Danzón que se baila, como reza un popular poema mexicano anónimo, al "son de corazón profundo", apretando con "la sabia mano derecha, / contra el pecho jadeante y orgulloso, / a la pareja preciosa y ligera / para comunicarle el ritmo rotundo de la sangre, / y soltar por fin los pies sedeños..."
Es discutible la afirmación de algunos especialistas de que el danzón "inicia un curso de decadencia, cuyo primer símbolo fue el danzonete" (Argeliers León). Lo cierto, como apunta el poeta Osvaldo Navarro, es que en la Isla se ha inhibido una justa valoración del género y los jóvenes no lo practican por falta de información y otras veces por carencia de buen gusto. Sería interesante subrayar que en el danzón de Faílde están todavía algunos segmentos estructurales de la contradanza, y que fue José Urfé, con El Bombín de Barreto, el verdadero iniciador de la forma actual del danzón cubano. Después vendría la apoteosis con la orquesta de Antonio María Romeu y sus más de 500 composiciones, desde un estilo pianístico que consolida al danzón como rey de nuestros géneros bailables.
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