Lunes, 24 septiembre 2001 Año II. Edición 198 IMAGENES PORTADA
Música
Mike Porcel: no estoy en el candelero, pero sí en el mundo

Repudiado por unos, admirado por otros, Mike Porcel fue el compositor más talentoso de su generación. Veinte años después sigue sin hacer concesiones.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ Parte 1 / 2

No creo equivocarme al asegurar que son muchos los que en estos últimos veinte años se han preguntado más de una vez qué fue de Mike Porcel. Su ingreso en el panorama musical cubano en la década de los setenta fue especialmente señalado. Poco dispuesto a incluir en sus canciones las temáticas revolucionarias y patrióticas impuestas por la Nueva Trova, Porcel se decantó por contenidos más líricos e intimistas y composiciones de depurado aliento poético y de gran riqueza musical, que bebían tanto de la tradición nacional como de las últimas corrientes internacionales. Canciones como Ay del amor, Diario, Esa mujer y proyectos como su musicalización de varios poemas del Ismaelillo de José Martí y la creación del grupo Síntesis, evidenciaron la presencia de un artista de enorme talento.

Mike Porcel

Aquella trayectoria, iniciada de modo tan brillante y prometedor, se vio interrumpida brutalmente por la marginación a la cual fue confinado, que literalmente lo borró del mundo cultural (hablando de borrones, su nombre es uno de los tantos eliminados del Diccionario de la música cubana de Helio Orovio).

A ese tema comienza refiriéndose Porcel en nuestra charla, un caluroso mediodía del agosto miamense, mes cruel donde los haya. "En 1979 me separé de Síntesis, y a raíz del éxodo del Mariel decidí solicitar la salida del país. A partir de ese momento, no pude presentarme más en ningún sitio y mis canciones dejaron de interpretarse. A nivel musical no dejé de componer, pero considero que esos diez años que pasaron hasta que pude salir de Cuba fueron años perdidos y significaron para mí un golpe devastador. Lo único que pude hacer en ese tiempo fue trabajar en una iglesia. La Seguridad continuamente me llamaba presionándome para que la dejara. Pero ahí seguí, un poco por necesidad y un poco por rebeldía, por fastidiar. Fueron, como te dije, unos diez años perdidos que yo traté de aprovechar lo mejor que pude. Un poco antes de que decidiera pedir la salida, Pablo Milanés me ofreció hacerle los arreglos para el disco sobre los poemas de Nicolás Guillén que estaba preparando. Pero sólo hice un par y creo que él ni los llegó a ver. En esa última etapa trataron de pasarme la mano, me imagino que para que me quedara, pero ya era tarde. No quería vivir bajo un sistema que no me dejaba ser yo, no sólo como músico, sino también como ser humano".

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