Chávez y la trampa diabólica |
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¿Hay ya suficientes elementos para dilucidar los acontecimientos del pasado 11 de abril en Venezuela? |
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por MIGUEL RIVERO, Lisboa |
Parte 2 / 2 |
El día del golpe (¿pura casualidad?) estaban reunidos en Costa Rica los mandatarios latinoamericanos del Grupo de Río, que inmediatamente condenaron la "asonada" militar y pidieron que fuera respetado el proceso democrático en Venezuela, o sea, que Chávez debía volver a la presidencia.
Durante su "terrible cautiverio", Chávez tuvo la oportunidad de que algún soldado u oficial amigo filmara un vídeo clandestinamente, el cual mostraba sus discusiones con los militares acerca de que no había renunciado al cargo.
Otro militar amigo se encargó de enviar un fax firmado por Chávez, dirigido a sus partidarios, para informarles de que no había renunciado. Los círculos bolivarianos (¡qué eficiencia!) se enteraron enseguida y se movilizaron para salvar al presidente.
Por cierto, entre los beneficios del "Golpe" ahora fue informado que ya son 1,2 millones los "militantes" de los círculos bolivarianos, cada vez mejor organizados y entrenados en las artes de la delación y la intimidación.
En cuanto a los que tirotearon la manifestación pacífica de cerca de medio millón de personas que se dirigía el 11 de abril al Palacio de Miraflores para pedir la renuncia de Chávez, todo indica que la comisión nombrada para ese efecto difícilmente podrá encontrar la verdad.
Altos funcionarios del régimen chavista han aceptado que fue "un error" no adoptar medidas para controlar las azoteas de los edificios cercanos, desde donde parece que "desconocidos" dispararon contra los pacíficos y desarmados manifestantes. Tesis que resulta muy difícil de aceptar. Desde su visita a Caracas, en octubre de 2000, Fidel Castro advirtió públicamente de que se debían adoptar rigurosas medidas para garantizar la seguridad personal del presidente Chávez.
El más ingenuo de los cubanos sonreiría si le dijeran que entre los centenares de médicos, entrenadores deportivos y otros asesores enviados por Castro a Venezuela no hayan sido incluidos especialistas de la seguridad personal, la inteligencia y la contra inteligencia.
La teoría de que los francotiradores situados en las azoteas eran "desconocidos" es tan peregrina como otras afirmaciones acerca de que fueron los opositores a Chávez los que dispararon contra la manifestación. ¿Opositores armados tomando posiciones en edificios altos, cerca del Palacio Presidencial, ante la indiferencia de la guardia pretoriana del ex paracaidista?
Difícilmente se conocerá la verdad, porque los expertos de la policía sólo visitaron el lugar quince días después de ocurridos los hechos, cuando ya habían sido borrados los impactos de las balas, lo que podía haber determinado su trayectoria.
En su comparecencia ante la comisión parlamentaria, el general Vásquez declaró: "Aquí no hubo un Golpe de Estado, hubo una complicidad generalizada previa a la puesta en práctica de acciones dañinas que ahora esos mismos actores hacen todos los esfuerzos por ocultar. No sé cómo llamar a la actividad final que vino siendo forjada: Golpe de Estado, conspiración o auto golpe".
Sonriente, Chávez acaricia los beneficios obtenidos en su trampa diabólica. Los militares descontentos (los más peligrosos) cayeron.
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