| Funcionaria del Pentágono se declara culpable de espiar para Castro |
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| por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami |
Parte 2 / 2 |
No se trata de un caso común o de espionaje "para proteger a Cuba del terrorismo de Miami", como trata de presentar La Habana las incursiones de sus agentes en Estados Unidos. Montes, graduada de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados en la Universidad John Hopkins en 1988, está consciente de que sólo sus palabras reveladoras podían salvarla.
La cooperación asumida la obliga a ofrecer informes detallados al FBI, la CIA, la DIA y cualquier otra agencia o departamento gubernamental que se considere afectado por sus actos delictivos.
Estamos ante uno de los casos de espionaje más comprometidos en la historia de Estados Unidos.
Sus abogados, Cacheris y Burton, son figuras con importantes lazos dentro del Gobierno y han servido antes como defensores de Richard Hanssen, ex agente especial del FBI, y de Aldrich Ames, ex oficial de la CIA, ambos acusados de espiar para la extinta Unión Soviética.
Montes, quien ha confesado que espiaba por "motivaciones ideológicas", había visitado Cuba en cuatro ocasiones, la más reciente en 1998.
Los documentos presentados en el tribunal indican que Montes recibía mensajes codificados de la inteligencia castrista mediante un radio de onda corta, y los almacenaba en una computadora portátil que contaba con un programa de decodificación en español suministrado por agentes cubanos.
En un registro de su residencia en Washington, el FBI descubrió varios mensajes de sus contactos cubanos y discos en los que había grabado información clasificada para ser enviada a la Isla.
El sistema de codificación empleado era el mismo que usaba la Red Avispa, desarticulada en el sur de la Florida en 1998.
"Este fue un caso clásico de espionaje y como tal tuvimos que emplearnos a fondo en nuestra investigación", señaló Van Harp, subdirector del FBI en Washington.
El funcionario declaró a los periodistas que "el caso prueba ante la opinión pública que existen organizaciones, entre ellas el servicio de inteligencia de Cuba, que buscan dañar a Estados Unidos".
Montes fue arrestada el 21 de septiembre del pasado año, apenas diez días después de los atentados terroristas perpetrados en Nueva York y Washington.
Sus actividades clandestinas habían sido detectadas al menos seis meses antes de la detención, pero las autoridades precipitaron el arresto por temor a que pasara información confidencial a los cubanos tras los ataques terroristas del 11 de septiembre.
La declaración de culpabilidad de Montes se produce en momentos cruciales de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y sus informaciones podrían estar ya influyendo la política que el presidente George W. Bush ha ordenado reestructurar a profundidad en relación con el régimen de la Isla.
Incluso, algunos analistas han vinculado la repentina decisión de Rusia de cerrar la base de espionaje de Lourdes, al sur de La Habana, a informes proporcionados por la inteligencia estadounidense vinculados al Caso Montes.
Si Cuba ha declarado que su interés en infiltrar agentes en Estados Unidos era sólo proteger a la Isla de las "actividades terroristas" organizadas por las agrupaciones de exiliados en Miami, ¿cómo explicar ahora el servicio de una agente en las más altas esferas militares de la nación americana?
Curiosamente, el Gobierno de La Habana lanzó esta semana una urgente propuesta al Gobierno de Estados Unidos para firmar acuerdos bilaterales para combatir el contrabando humano, el narcotráfico y el terrorismo. La declaración incluye unas citas tomadas de Fidel Castro exhortando a Washington a establecer "el nivel de cooperación" que desearan sobre estos temas.
Estados Unidos anunciará en las próximas semanas nuevas medidas en la política hacia Cuba, y a mediados de abril debe divulgar el informe con la lista de países colaboradores del terrorismo, donde todo indica que va a permanecer el régimen de La Habana.
El fantasma de Ana Belén Montes pudiera estar gravitando decisivamente en estas decisiones inminentes.
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