Gracias, Michelle |
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Los vientos del huracán sirven de excusa para que Castro se libre del aguacero de críticas pronosticado en Lima. |
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por MIGUEL RIVERO |
Parte 1 / 2 |
El hecho de que Fidel Castro anunciara a última hora su ausencia a la XI Cumbre Iberoamericana no parece casual, y el argumento de que permaneció en Cuba para dirigir los trabajos de recuperación de los destrozos causados por el huracán Michelle es un mero pretexto que no pasó inadvertido para los otros jefes de Estado y de Gobierno presentes en Lima.
Ya fue evidente en las cumbres de Panamá y de Oporto que los otros líderes latinoamericanos y de la Península Ibérica están un poco hartos de los desplantes del Comandante en Jefe.
Sus peroratas interminables en la conferencia de prensa final de Oporto hicieron que se retiraran otros jefes de Estado y hasta periodistas cansados de escuchar diferentes versiones de la misma historia.
En Panamá, Castro se quedó totalmente aislado cuando no firmó la condena a los actos de terroristas de ETA. Al tratar de polemizar se encontró al presidente de El Salvador, que en lenguaje muy directo le dijo que debía callarse y escuchar a los demás.
Si la XI Cumbre Iberoamericana hubiera sido organizada por el anterior presidente de Perú, Alberto Fujimori, se puede casi asegurar que Castro no habría faltado a la cita.
En definitiva, recordemos que el huracán Michelle azotó a Cuba el 5 de noviembre, o sea, habían pasado casi tres semanas. Tiempo más que suficiente para dar instrucciones y delegar tareas. Además, estas cumbres apenas duran 48 horas.
¿Por qué Castro canceló su viaje a última hora?
Todo parece indicar un gesto iracundo contra el programa que había preparado el presidente de Perú, Alejandro Toledo, que incluía la condecoración al escritor peruano, nacionalizado español, Mario Vargas Llosa, ante la presencia de los Jefes de Estado y de Gobierno invitados a la Cumbre.
Es difícil imaginar que esta ceremonia haya sido agregada en el programa a última hora, pues los preparativos de las reuniones cumbres se hacen con la debida anticipación. Vargas Llosa no sólo ha sido un crítico acérrimo del régimen cubano, sino que ha sabido hacerlo con sólidos argumentos, trasladando sus opiniones a importantes figuras políticas de América Latina, Europa y Estados Unidos.
Castro debe haber interpretado este gesto como una provocación. Inmediatamente después de la condecoración era la cena de bienvenida a los jefes de Estado y de Gobierno. ¿Qué hacer? ¿Aparecer sólo cuando los comensales se dirigieran al salón de banquetes? ¿Resistir un discurso de Vargas Llosa contra la peste autoritaria, la libertad y la democracia?
Para colmo, también el conocido disidente cubano Carlos Alberto Montaner estaba invitado por Toledo.
Lógicamente, Castro sabía todo esto y decidió provocar el desplante de último minuto: una carta dirigida a Toledo, explicando las urgencias generadas por el paso del huracán. Anteriormente, el Gobierno cubano ya había decidido que no pediría ninguna ayuda internacional ante el paso del huracán, a pesar de que esto habría aliviado la situación de millares de cubanos.
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