Miércoles, 31 julio 2002 Año III. Edición 421 IMAGENES PORTADA
ECOLOGÍA
ARQUITECTURA
HUMOR
varela
CONVOCATORIA
Prensa
Revista
Revista Encuentro
Envia...
Portada
Suscríbete...
Humor
Carta a los vasos de perga

por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona Parte 3 / 3

Y hay más, para que vean lo liendre que uno se vuelve cuando es culto. Hay un bicho asqueroso ahí que se llama "Dorsalis de perga", tan repulsivo que hasta le dicen sawflies, y de niño, el insecto se asemeja a las orugas melenudas, que no especifica bien si son de Melena del Sur, o Güira de Melena. Se ven en racimos durante el día sobre los eucaliptos y exudan a menudo una sustancia tóxica cuando están disturbados. Ya eso, unido a las túrdigas para abarcas, engrandece y dispara mi pútrida imaginación. Porque, díganme si no, que el sano ejercicio de acarrear cuatro o cinco pergas desarrolla los dorsalis. Es mejor que hacer hierros, porque refresca. Y, en hablando de insectos quitrinosos o quitinosos —no confundir con Quitín Banderas en quitrín— con respecto a la perga y los racimos, así los veía yo durante los carnavales, pero no solamente al mediodía, y bastante alejados de los eucaliptos, a no ser en el tiroteo de lágueres de la Feria de la Juventud, bajo algarrobos, que no eucaliptos. Algarrobos los verdes de arriba, los más oscuros de abajo parecían más "algorrobo". Estos que digo no exudaban una sustancia tóxica cuando estaban disturbados, aunque el grajales podía matarte en el disturbio.

Durante mucho tiempo, cuando ya el cubano fue cubano, su anatomía parecía similar al hombre normal. Su cuerpo biológico se dividía en cuatro: cabeza, tronco, extremidades y choteo. Luego hubo un cambio muy brutal, algo así como una involución biológica de su idiotez intrínseca, que es el bobo estipulado por el racionamiento, y comenzó a diseccionarse en cabeza, tronco, extremidades y consignas. Excepto durante los gloriosos y breves días del carnaval. El cubano en carnaval, además de recuperar el reconfortante choteo, adquiría una nueva dimensión anatómica: cabeza (para perderla), tronco (para buscar un guardatronquito), extremidades (para ripiarse bailando o sufrir buscando un kiosko con cerveza fría) y perga, una especie de espada ardiente, antorcha, más parecida a lo que musicalmente puede describirse como "que prendan prendan el mechón". Las libaciones continuas y el apego a la perga motivaba, en numerosas ocasiones, que el mechón siguiera en libertad y prendieran, en cambio, a su alegre y escandaloso portador. Un portador dispuesto a pergeñar con perga. Y pergeñar es: disponer o ejecutar una cosa con más o menos habilidad. Y ahí, el cubano en carnaval, verbena (con paloma o sin ella), acto público, cumpleaños, jornada ideológica más o menos bebestible, congreso masticable o relajo popular, es un hacha. Pero todo pasó. Las cosas acaban en una historia que se recicla y no se encera. De aquel jubiloso estadío histórico que puede calificarse como pergolítico superior, se ha llegado abruptamente al mediohuevo, con sus señores fuetales y sus siervos halalevas.

No quiero ya siquiera indagar qué científico les trajo al mundo. Mas, teniendo en cuenta el surgimiento y caída, el uso y desuso, y el momento de más esplendor, el debut y despedida, todo me indica que eran un producto muy ural, de cuando se desbordó el Don, y que los fabricaban con la cera que sobraba después de darle mantenimiento a Lenin. Cuando Ulianov quedó solapiado, y únicamente le pasaban un plumero cada seis meses, se acabó el carnaval, que se había convertido en un asco porque el perico lloraba mientras el papagayo daba trova. La espléndida reina —que no daba cera, pero alegraba a los aseres— dejó de ser la hembra más bella, para que eligieran a la compañerita más fervorosa y dedicada a la mojigatería guerrillera, y, casualmente, siempre estaba p'al tigre.

Terminó el esplendor, así como otros pueblos primitivos se reunían alrededor de una hoguera, la perga unía al cubano, y todos le metían la lambeada, como a una pipa de paz. Era hermoso comprobar cómo desaparecían las barreras raciales, cómo evolucionaba el hombre con un vaso perga en la mano. En los kioskos, para que el atareado, incansable, despistado, todopoderoso dependiente le quitara el aire al vaso echando oro líquido, había que dar una fina coba a grito pelao. Se empezaba llamando su atención con cariño: "¡Prieto, ponme dos lague aquí, mi socio!" y en el jolgorio, en el tumulto, en el guirigay ensordecedor ibas haciendo al gallo un poco más ario: "¡Mulato, lléname estas dos!". Hasta que, recurso supremo, lo convertías, sólo por esa noche, familiar entrañable y vikingo: "¡Rubio, mi hermanito, cúbre aquí!". Era infalible. Que Dios pergone nuestros pergados. A ver cuándo se me acaba el sabor a cirio de la memoria. Tal vez cuando se prenda un mechón verdadero.

Pergaminado y con la Trocha trancada
Ramón

Salto a cont. Volver: Inicio »
1   Inicio
2   De ese destello...
3   Y hay más...

Imprimir Imprimir Enviar Enviar

En esta sección

Carta a la Cucarachita Martina
RFL, Barcelona
Últimas horas de una granja
ENRISCO, New Jersey
Carta a Jonathan Swift
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
Héroes
ENRISCO, New Jersey
Carta a Felipe Blanco
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
Preocupaciones
ENRISCO, New Jersey
 
 
PORTADA ACTUAL NOSOTROS CONTACTO DERECHOS SUBIR
 
© 1996-2003 Asoc. Encuentro de la Cultura Cubana.