Las últimas sesiones del juicio a la Red Avispa de Espionaje han girado fundamentalmente en torno a un testigo de la fiscalía: Joseph Santos.
Santos, nacido en Nueva Jersey, Estados Unidos, pero educado en Cuba, y su esposa Amarilis fueron condenados a 48 y 43 meses de cárcel, respectivamente, tras admitir su culpabilidad. Ambos intentaron penetrar las instalaciones del Comando Sur en el Miami.
La comparecencia de Joseph Santos ante el tribunal se caracterizó por su extrema locuacidad, que en ocasiones exasperó a la jueza Joan A. Lenard. "Señor Santos, limítese a contestar lo que se le pregunta", pidió la magistrada, mientras el inculpado se extendía en prolijos detalles sobre su reclutamiento y conocimientos de espionaje.
Santos fue reclutado por los servicios de inteligencia en 1986, cuando era profesor de la Universidad Central de Santa Clara. Indicó que estuvo entrenándose durante cinco años en una casa de la Seguridad del Estado en Santa Clara, con vistas a integrar el Departamento de Oficiales Ilegales, hasta que le consiguieron un trabajo en la Universidad de La Habana en 1991 "para poder intensificar el entrenamiento".
También ofreció informaciones precisas sobre el proceso de reclutamiento, contrachequeo, y trabajo de influencia sobre personas y medios. Dijo que aunque aprendió cómo enviar mensajes a través de la computadora nunca lo llegó a hacer porque otros "oficiales ilegales" siempre se comunicaban con él.
Durante su segundo día de testimonio, Santos admitió su fracaso como espía. Dijo que no obtuvo ninguna información militar secreta, aunque reconoció que sus actividades sí eran secretas en Estados Unidos.
Tras un año y medio de intentos de penetrar al Comando Sur lo máximo que logró fue fotografiar un edificio en construcción y enviar a La Habana recortes de prensa de El Nuevo Herald. Ni siquiera sabía que el cuerpo militar no estaba reclutando personal. En los muchos años de entrenamiento en Cuba, a Santos no le enseñaron bien una herramienta esencial: el idioma inglés.