Jueves, 24 octubre 2002 Año III. Edición 479 IMAGENES PORTADA
Economía
La mejor de las muertes

Acerca de las violaciones de precios en la Isla y las medidas a tomar para solucionarlas.
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana  
Central

El Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba, Granma, publicó recientemente un artículo titulado Cerrarle el cerco a las violaciones de precios, bajo la firma de Reynold Rassí. Se trata de un reporte acerca de una reunión conjunta del Ministerio de Comercio Interior y el Ministerio de Finanzas y Precios para evaluar la "necesidad de fortalecer la disciplina en el sistema de precios de los productos que se ofrecen a la población, elevar la eficacia del movimiento de inspectores estatales y populares y la adopción de medidas de protección al consumidor".

En la reunión, la viceministra de Comercio Interior, María del Carmen Martínez Vázquez, al referirse a la "lucha" que se libra en el país para enfrentar a los violadores de la política de precios, expresó que dichos ministerios "no resolverán la situación por sí solos, sin la participación de toda la sociedad". Afirmación que equivale, sencillamente, a reconocer de antemano que el Gobierno no es capaz de frenar la tendencia.

La viceministra informó del "trabajo que se realiza para fortalecer el movimiento de inspectores de precios, estatales y populares", y de la labor "en coordinación con los CDR y la CTC para la selección de nuevos fiscalizadores". Por su parte, Manuel Blanco, Director de Finanzas y Precios de Comercio Interior, informó que entre las medidas se contempla el cambio frecuente de los inspectores y de los lugares que visitan, así como una mayor "exigencia" en la formación y control de los administradores de establecimientos.

La evaluación conjunta de estos ministerios no tiene nada de novedosa, más bien es una reproducción al calco del círculo sin salida en que se mueve la burocracia estatal década tras década, repitiendo los mismos análisis, tomando similares medidas y, por supuesto, obteniendo los mismos resultados. No hay que ir a la Universidad para comprender que la magnitud del desastre en relación con las violaciones de precios y los robos al consumidor requiere, ante todo, proceder al tratamiento profundo de sus causas.

La primera hay que buscarla en la relación salario-costo de la vida. Los gastos mínimos de un mes, para sobrevivir, son de unos 1000 pesos per cápita (algo más de 38 dólares), mientras el salario promedio no sobrepasa los 240 pesos (menos de 10 dólares). Esa desfavorable relación condujo a la sustitución del trabajo como forma principal de ingresos por el "robo" al Estado, las alteraciones de precios y otras formas de subsistir al margen de la ley.

La segunda causa, relacionada estrechamente con la primera, es el profundo deterioro ético-moral que afecta a la sociedad cubana —de forma acelerada en la última década—, que ha convertido la moral de sobrevivencia en la norma más general y aceptada de las relaciones sociales.

La tercera causa puede rastrearse en un hecho bien conocido por todos: la ausencia de derechos de los ciudadanos para participar activamente, como sujetos, en la economía del país, derecho reservado exclusivamente a los inversionistas extranjeros.

El equilibrio entre salario y costo de la vida, la conformación y generalización de conductas morales positivas y el pleno derecho de los ciudadanos a participar en los problemas nacionales de su interés —entre los que se encuentra la economía—, son metas imposibles de alcanzar en ausencia de una igualdad de oportunidades de participación, de una sociedad civil independiente y de derechos civiles, políticos y económicos refrendados jurídicamente.

Sin participación social no habrá solución, pero sin voluntad para enfrentar las necesarias transformaciones no habrá participación social. Incluso, si se realizaran los cambios requeridos, la participación social —en el sentido que expresa la viceministra de Comercio Interior—, no sería necesaria. Una vez que los precios no sean determinados arbitrariamente por un aparato burocrático, que los clientes tengan diferentes opciones de productos, calidades y lugares de ventas, además de contar con los derechos correspondientes, desaparecerán de forma natural los violadores de precios. Sería innecesaria la preparación de un enorme ejército de inspectores, y de otro no menos riguroso para vigilarlo (ambos, afectados por lo mismo que los violadores, deberán, igualmente, sobrevivir).

Los cubanos no se resignan a agonizar y, en ausencia de derechos y de sociedad civil, responden como pueden. Al poco valor del trabajo estatal, con las actividades alternativas; a la imposibilidad de tener empresas, con el uso de las estatales en su provecho; al cierre de todas las posibilidades, con el escape al exilio. A la desfavorable relación salario-costo de la vida, parafraseando, en fin, los "Patria o Muerte" y "Socialismo o Muerte" escuchados durante décadas: lanzando su propia consigna de "Robo o Muerte".


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