Jueves, 24 octubre 2002 Año III. Edición 479 IMAGENES PORTADA
Economía
De caballos y ferias

La ausencia de una pequeña y mediana empresa privada, obstaculiza la inserción de la Isla en el mercado global.
por ARTURO LOPEZ LEVY, Nueva York Parte 1 / 4
Primera Feria agroalimentaria de EE UU
Pabexpo: Primera Feria agroalimentaria de EE UU en
Cuba

En enjundioso artículo a propósito de la reciente feria agroindustrial norteamericana en La Habana, Manuel Cuesta Morúa ha puesto los puntos sobre las íes. La lucha contra los regímenes comunistas no es primordialmente una confrontación de fuerza, sino un enfrentamiento de valores. La suculenta cena de preguntas que nos sirvió da especial sazón al convite del Comandante y es un reto a cada uno de los supuestos nacionalistas y liberadores que dicen guiar el accionar gubernamental.

Cuesta revela el área política, donde terminan los intereses de Cuba y comienzan los sesgos ideológicos del Gobierno para perjuicio de la identidad y el desarrollo nacional. No se trata de levantar un inmaduro nacionalismo y rechazar un comercio, por pospuesto más urgente, con EE UU. Las preguntas de Cuesta son más valiosas porque, aceptando la validez de la exposición de Pabexpo, denuncian las incoherencias de una retórica oficial esquizofrénica y su falta de complementariedad con políticas que beneficien a la nación en su conjunto, que le permitan integrarse en condiciones más ventajosas a la economía mundial.

No hay que ser disidente o exiliado para hacerse esas preguntas. En reunión trasmitida por la televisión oficial años atrás —sobre la eficiencia de la industria turística—, una joven empresaria cubana reclamó para los ejecutivos nacionales las mismas facilidades de gestión que para los foráneos, como forma de demostrar nuestra eficiencia doméstica. Estas personas están hoy repitiendo esos razonamientos. En términos de nacionalismo, está siendo difícil estar a la derecha del Gobierno en un país que cultivó por décadas una retórica y educación de izquierdas. Entre los malabares de la dialéctica o el oportunismo, vale parafrasear la paráfrasis de Havel: "el rey está desnudo".

La ausencia de una pequeña y mediana empresa privada nacional constituye una de las mayores dificultades para una eficiente inserción cubana en el mercado global. El problema es más grave porque tal carencia profundiza deformaciones estructurales de nuestro subdesarrollo y aumenta las vulnerabilidades del país ante inevitables procesos de transición e, incluso, ante los shocks de la actual crisis económica mundial. Aun dentro del marco político actual, si se trata de defender los intereses nacionales es inconcebible la ausencia de pasos significativos en este campo, con posterioridad a los decretos-leyes que autorizaron la liberación de las divisas (o de los tenedores de las mismas), el mercado libre agropecuario y el reprimido espacio de los cuentapropistas.

Desde la ventaja de desarrollar una transición tardía, se puede reflexionar sobre los éxitos y fracasos de los procesos desarrollados en la ex URSS, la Europa del Este, la América Latina y por qué no, Vietnam y China. Las privatizaciones no son un fin en sí mismas, sino un medio para el desarrollo y el bienestar económico general. Sin espacio para un análisis a profundidad en tan cortas líneas, aceptamos que el efecto de tales procesos en términos de crecimiento económico ha sido ambiguo, dependiendo en muchos casos de la forma que se realizaron, los marcos institucionales, la secuencia y, en modo particular, quiénes resultaron los nuevos dueños.

Sin embargo, la ambigüedad de estas transformaciones no invalida ciertas máximas generalizables:

La participación privada de pequeño y mediano rango en el sector de los servicios y la producción mercantil, ya sea de forma única, mixta o a través de convenios de administración, arrojó un aumento de la eficiencia productiva y de distribución de recursos en todas esas experiencias. Más allá del incremento de la eficiencia intrasectorial, se apunta también su papel en la creación de ambientes más competitivos en oposición a marcos monopólicos, propensos a la corrupción y la ineficiencia. Su mera existencia, por su dimensión regulable, traslada "externalidades" positivas al resto de la economía.

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