El primero de la lista |
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El santiaguero Diosvelys Hurtado se hace con la faja de la profesional Asociación Mundial del Boxeo. |
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por JORGE EBRO, Miami |
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Falta unos pocos días para el comienzo del Campeonato Mundial de Boxeo de Astana, capital de Kazhajastán, pero ya Cuba tiene un titular: el santiaguero Diosvelys Hurtado, quien obtuvo una de las grandes coronas del pugilismo rentado el sábado 12 de mayo en San Juan, Puerto Rico.
Para Hurtado llegó la gran oportunidad, pues la faja que le arrebató al estadounidense Randall Bailey pertenece a la Asociación Mundial del Boxeo, una de las tres grandes organizaciones del pugilismo de paga. Con ello el cubano se ha ganado el derecho de ir por la unificación completa ante Kostya Tszyu, considerado el mejor boxeador del mundo en las 140 libras.
Luego de casi dos años de inacción debido a problemas ajenos al deporte, el cubano venció por una corona menor, en enero en Miami, al boricua Ricky Quiles; sin embargo, su claro triunfo por KO en el séptimo asalto en la capital puertorriqueña, en la misma cartelera de retorno de Felix Trinidad, le ha dado un giro de 180 grados a su carrera.
Bailey, el ex campeón, era un hombre respetado por su derecha de espanto —baste decir que todas sus 25 victorias anteriores fueron por la vía rápida—, pero el boxeo más clásico y elegante del santiaguero se impuso a la postre, y de ahora en adelante habrá que contar con él.
Si algún cubano de los que prefirieron probar suerte en otros cuadriláteros ajenos a los bendecidos por la escuadra nacional merecía vencer, ese era Hurtado, que con una disciplina férrea ha debido sortear muchos obstáculos para conquistar el respeto en el no siempre transparente mundo de las 12 cuerdas.
Con la corona recién conquistada, Hurtado mantiene el nombre de Cuba entre los grandes campeones, luego de la derrota de Joel Cepillo Casamayor a manos del brasileño Acelino Freitas.
Por supuesto, en Cuba nadie dirá una palabra sobre el triunfo de Hurtado. Sólo merecen mención los campeones amateurs —por cierto, el "amateurismo" no es, ni por asomo, más transparente que el profesionalismo, y tal vez sea peor— y la escuadra que en breve hará las maletas hacia la ex república soviética.
Luego de un Cardín que cosechó más bostezos que aplausos, y del que todavía muchos se preguntan por qué se sigue celebrando, la escuadra cubana no debe tener muchos contratiempos para renovar su supremacía dentro de un nivel que constantemente sufre la sangría de quienes, tras haber obtenido unas cuantas victorias, saltan de inmediato hacia donde —al menos— se paga por recibir golpes.
Si no es ahora será dentro de algún tiempo, pero será. En Cuba se conocerá de Hurtado, alguien que, antes que nada, piensa en su patria cada vez que le levantan el brazo en señal de victoria.
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