Viernes, 30 noviembre 2001 Año II. Edición 247 IMAGENES PORTADA
Deporte
Las estrellas no están aquí

¿Atletismo universitario? Músculos y neuronas parecen estar reñidos en las canteras del deporte nacional.
por JORGE EBRO Parte 1 / 2
Michael Jordan
M. Jordan; a Chicago y Washington
sin abandonar North Carolina

A pesar de ser dos potencias atléticas, Cuba y los Estados Unidos llegan al podio de premiaciones por distintos caminos. Mientras los norteamericanos descansan su poderío en el sistema estudiantil universitario, la Isla ha creado una red particular de escuelas deportivas y centros de alto rendimiento, donde pule a sus mejores aspirantes olímpicos.

De esta manera, las universidades cubanas jamás han podido brindar un buen espectáculo en sus eventos. Más bien son meras metas a cumplir en los planes burocráticos, concentraciones de alumnos que, muchas veces, ni conocen las reglas de los deportes en que compiten.

Las ligas profesionales de los Estados Unidos: las de béisbol, baloncesto, fútbol y hockey se nutren constantemente de la inagotable cantera universitaria. Año tras año, los buscadores de talentos rondan los campus a la caza de las futuras estrellas que llenarán las instalaciones y pondrán a soñar al país con sus empeños y habilidades.

Cuando se anuncia a cualquier jugador de la National Basketball Association, lo primero que se dice es la universidad de procedencia. En cierta ocasión Michael Jordan confesó el orgullo que sentía cada vez que el audio proclamaba: "De North Carolina..." y decían su nombre. Es como un sello de identidad.

Con el béisbol sucede otro tanto. Las universidades, por su parte, no ocultan la satisfacción de pregonar que por sus aulas pasó éste o aquel atleta. Da prestigio. Los partidos de las ligas universitarias son seguidos por la televisión con tanto interés como cualquier cobertura en los circuitos rentados.

Los compañeros de clase van a ver a sus compañeros en el terreno de pelota o en el tabloncillo. Se llevan camisetas con las insignias de su equipo y hay un apoyo incesante en pos del triunfo. La población norteamericana, en su conjunto, sigue expectante estos encuentros, porque sabe que en ellos podrá admirar a los astros del mañana, hoy, cuando aún son unos muchachos.

En Cuba, ya se dijo, el camino hacia la cúspide del músculo es otro. Los buscadores de talento, entrenadores de las llamadas "áreas especiales" van por las escuelas primarias y secundarias captando a niños y jóvenes con biotipos de destaque, quienes, según sus aptitudes y progresos, podrán ingresar en las Escuelas de Iniciación Deportiva (EIDE).

Ya desde este punto comienza a desflorarse la hoja del deporte universitario cubano. Los talentos han ido por otro sendero y no se le podrán pedir peras al olmo. Es decir, los que quedan podrán practicar alguna que otra disciplina como cualquier hijo de vecino, pero no como un aplicado y descollante atleta.

Desgraciadamente, y pese a algunos esfuerzos por borrar esta imagen, en Cuba se asocia al deportista con el estudiante de bajos rendimientos. Una extraña ecuación sugiere que a mayor esfuerzo muscular, menor amplitud intelectual. Cierto o no, en la Isla la tabla de salvación de los alumnos-deportistas es la denominada carrera de Cultura Física, de donde salen los profesores de Educación Física del sistema escolar regular y los entrenadores del alto rendimiento.

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