| Receso necesario |
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| La organización de Grandes Ligas suspende su calendario de la temporada regular por primera vez desde la Primera Guerra Mundial. |
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| por JORGE EBRO |
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El béisbol de Grandes Ligas ha hecho un alto. Un receso como no lo hacía desde 1918, cuando el país se lanzó a la vorágine de la Primera Guerra Mundial. La voz de play ball se ha apagado por unos días, los justos para la reflexión y el reordenamiento. Los necesarios para un homenaje en forma de estadios envueltos en el silencio.
Por primera vez en mucho tiempo, 91 encuentros han sido pospuestos. Bug Selig, el Comisionado de la Oficina de las Grandes Ligas, ha reconocido que la decisión de aplazar los partidos ha sido la más difícil que ha tomado en la vida. No por gusto el béisbol es el gran pasatiempo de América.
Sucede que los Estados Unidos no desean por ahora disfrutar de su pasatiempo. Son muchas las heridas abiertas, es mucho el dolor por las pérdidas. Es el tiempo de la ira, de reconcentrar los pensamientos. No es el tiempo de jugar a la pelota, aunque este deporte resultará vital en el proceso de recuperación del país.
El propio Roosvelt le pidió a los equipos de Ligas Mayores que no dejaran de jugar en medio de la Segunda Guerra Mundial, porque el béisbol es parte de Norteamérica, corre en las venas de la gente y ocupa gran parte de sus vidas. De ahí que se comprenda la magnitud de la tragedia. Sólo un hecho como el del martes pasado, con tantos miles de muertos, ha sacado de su profundo cauce a un símbolo más grande que las desplomadas torres gemelas del Centro Mundial del Comercio.
El lunes recomenzará todo. La serie se extenderá una semana más allá de lo previsto y por primera vez en la historia una Serie Mundial podría jugarse en el mes de noviembre, cuando el frío hace casi imposible la práctica de este deporte.
Pero ya nada será igual. La carrera de Barry Bonds, de los Gigantes de San Francisco, en pos del récord de Mark McGwire, que ocupaba las primeras planas en los diarios, se empequeñece ante el horror de los atentados. Peloteros de los Filis han demostrado que ya no les interesa la batalla con los Bravos de Atlanta por ganar la división Este de la Liga Nacional. Muchos jugadores conocían a muchos de los desaparecidos. La tragedia sacude a todos, y los deportistas no son menos.
Así, se ha visto por estos días a un McGwire, un verdadero gigante, llorando como un niño luego de ver una y otra vez las tremendas imágenes en Nueva York; se ha visto a un Sammy Sosa, el tremendo slugger dominicano, que teme por la seguridad de quienes asistan a los parques y pide que se restablezca la confianza; también se ha escuchado al manager de los Filis de Filadelfia, Larry Bowa, que pide que todos los involucrados en las Grandes Ligas hagan fuertes donaciones para aliviar el sufrimiento de quienes perdieron a sus seres queridos.
Tras el béisbol, la NBA suspendió partidos de exhibición, la NFL suspendió los partidos del fin de semana, el Golf canceló cuatro torneos masters y el deporte en pleno se ha sumado al luto nacional. Un luto que continuará por mucho tiempo en la memoria histórica de todos.
Por eso, el lunes, cuando se de la voz de play ball, todos los jugadores llevarán en sus espaldas banderas americanas. Por eso cada aficionado llevará su bandera a las graderías. Y el pasatiempo de América volverá a ser ese componente indispensable que traería un poco de alegría en medio de tanta desgracia.
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